Ciencia
Cuerpo Humano

Ni a los 50 ni a los 60: el olor a viejo existe y empieza a notarse a partir de esta edad

  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

A lo largo de la vida, el olor corporal cambia constantemente. Desde el aroma suave y dulce de los bebés hasta los matices avinagrados y hormonales de la adolescencia, el cuerpo deja señales olfativas que reflejan el estado biológico. Sin embargo, hay un fenómeno que muchas veces pasa completamente desapercibido: el denominado «olor a viejo». No se trata de un mito, sino de un proceso fisiológico relacionado con el envejecimiento.

La ciencia ha identificado su origen en un compuesto llamado 2-nonenal, una sustancia que se genera en la piel a medida que envejecemos . Según los expertos, «este olor se debe a la degradación de los ácidos grasos omega-7, insaturados, presentes en la piel, que normalmente protegen contra la oxidación. Cuando estos se deterioran con la edad, los ácidos grasos se oxidan con mayor facilidad, produciendo el nonenal.”

Este compuesto, el 2-nonenal, se forma cuando la piel envejece y pierde capacidad antioxidante. Con el tiempo, las glándulas sudoríparas y sebáceas disminuyen su actividad, la renovación celular se ralentiza y las células muertas permanecen más tiempo en la superficie, creando un ambiente propicio para que ciertos compuestos grasos se degraden y generen olores característicos.

El origen del ‘olor a viejo’

El 2-nonenal produce un aroma complejo que a menudo evoca «a humedad, hierba y grasa”, aunque también puede recordar a «trigo sarraceno y cerveza añeja». No se trata simplemente sudor o falta de higiene, sino un efecto químico que la piel no puede evitar producir por sí sola con el paso de los años. Este fenómeno se vuelve perceptible alrededor de los 40 años y se intensifica a medida que la edad avanza, especialmente en personas mayores de 60 años.

La prevención es clave

Leslie Kenny, fundadora de Oxford Healthspan y experta en longevidad, explica lo siguiente en una entrevista concedida a Corriere dello Sport: «No se puede ocultar con perfume. El perfume simplemente lo recubre, dándole una especie de olor a humedad. Tampoco basta con mejorar la higiene: no se puede eliminar lavando con más frecuencia porque las células no se renuevan lo suficientemente rápido y las grasas en ellas no son tan fáciles de descomponer, por lo que el olor seguirá ahí».

Y añade: «Hay que deshacerse de él de adentro hacia afuera. En este sentido, una alimentación adecuada puede marcar la diferencia. Una dieta rica en hongos es una estrategia eficaz para prevenir el mal olor de la piel en edades avanzadas».

Los hongos, especialmente las variedades shiitake y ostra, contienen dos compuestos muy importantes:

Estas propiedades retrasan el envejecimiento celular y , por ende, ayudan a reducir el «olor a viejo». Asimismo, los hongos presentan múltiples beneficios para la salud: retraso en la progresión de ciertos tipos de cáncer, mejora de la resistencia a la insulina y control de la glucosa, reducción de la presión arterial y protección cardiovascular y prevención de la osteoporosis y la degeneración cognitiva.

Además de la dieta, existen estrategias adicionales para controlar el «olor a viejo»:

Lo que diferencia al «olor a viejo» de otros aromas corporales es que es una manifestación química del envejecimiento celular. La degradación de los ácidos grasos omega-7 y la acumulación de células muertas permiten que el 2-nonenal se genere en mayor cantidad. Aunque los perfumes pueden enmascarar temporalmente el olor, no eliminan la raíz del problema.

A modo de conclusión, los hallazgos sobre el «olor a viejo» muestran que este es manifestación fisiológica ligada al envejecimiento. Como explican los investigadores, «no se puede ocultar con perfume. El perfume simplemente lo recubre, dándole una especie de olor a humedad» y, además, «no se puede eliminar lavando con más frecuencia porque las células no se renuevan lo suficientemente rápido y las grasas en ellas no son tan fáciles de descomponer, por lo que el olor seguirá ahí.

Por ello, señalan que «la clave para evadir este olor es un abordaje desde el interior del organismo: hay que deshacerse de él de adentro hacia afuera». En este sentido, la alimentación adquiere un papel fundamental, ya que «los hongos shiitake y ostra son las mejores opciones en cuanto a ingesta de nutrientes».