Un meteorito del Mar Muerto puede explicar un pasaje bíblico
Como ya hemos comentado en otras ocasiones, la ciencia es prácticamente capaz de explicar todo cuanto acontece a nuestro alrededor. El último hallazgo de un meteorito del Mar Muerto podría incluso justificar un pasaje bíblico, como vamos a observar en breve.
Y es que, aunque ahora es complicado, la ciencia ha encontrado explicación a casi todo cuanto aparece en los antiguos libros religiosos que, entonces, por la falta de información y conocimientos, se asociaba a poderosos dioses, aunque, en realidad, todo era obra de la naturaleza.
El meteorito del Mar Muerto y la Biblia
Ahora, este meteorito demuestra que pudo ser el protagonista del Biblia. Según se ha investigado una vez se descubrió, pudo provocar hace unos 3700 años una explosión y ola de calor capaz de asolar los asentamientos agrícolas de la zona norte del Mar Muerto, provocando también la destrucción de las ciudades de esta parte del mundo.
En el libro del Génesis de la Biblia, encontramos un pasaje en el que se dice que Yahvé hizo caer una tempestad de fuego y azufre en las ciudades de Sodoma y Gomorra para castigarlas por las perversiones de sus habitantes.
En el nuevo estudio publicado en la revista especializada IFL Science, tras la datación de radiocarbono y los minerales que se han desenterrado y que cristalizaron de forma instantánea por las altas temperaturas, demuestran que la explosión masiva debió destruir toda la civilización que se creó en la llanura y alrededores con unos 25 kilómetros de ancho en la zona llamada Middle Ghor.
Es decir, que no debió haber un dios que lanzó esta bomba a un par de poblaciones, sino que se acredita que esta explosión empujó la salmuera burbujeante de sales de este mar sobre las tierras de cultivo que eran fértiles.
Se considera que la gente debió abandonar las tierras durante 600 o 700 años, ya que dejaron de ser fértiles tras haber sido ocupadas de forma continuada durante unos 2500 años. Sin embargo, un colapso en el final de la Edad de Bronce provocó aquel abandono.
En total, debieron ser unos 120 asentamientos pequeños que estuvieron expuestos a calor y vientos extremos, por lo que unas 50.000 personas se vieron afectadas por aquella situación.
Todos estos datos se están confirmando al investigar las poblaciones, donde se observan cerámicas y objetos cristalizados por las elevadas temperaturas. Además, el viento debió crear pequeños minerales esféricos que llovían sobre la zona con bastante peligro para sus habitantes.
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