¿Por qué mi hijo me “torea” y a mi pareja no?

¿Por qué mi hijo me “torea” y a mi pareja no?
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En el seno de muchas familias se produce la circunstancia de que el padre o la madre se queja de que el hijo se porta peor con uno que con otra o al revés. No se entiende que sea así e incluso puede ser que el que no tiene que soportar las pataletas del pequeño considere que eso no es posible, que no están hablando del mismo pequeño.

Sin embargo, es una circunstancia no sólo habitual sino que también tiene una serie de explicaciones, según han determinado distintos investigadores que coinciden en subrayar que, por regla general, se comportan peor con las madres:

Las madres son protección y los padres sinónimo de juego

Aunque puede variar, ciertos estudios y análisis de pedagogos y psicopedagogos vienen a dejar patente que con las mamás los menores pueden llegar a comportarse hasta un 800% peor que con los padres. Eso es debido a que los pequeños tienen conceptos o ideas referentes a cada uno de sus progenitores:

  • El padre es visto, por regla general, como el compañero de juegos o como sinónimo de confianza.

  • La madre, por otro lado, la identifican con la protección y con la encargada de suplir todas sus necesidades y carencias. Precisamente por eso es por lo que cuando cualquier niño está con la suya no duda en portarse peor, porque es su manera de llamarle la atención y de hacerle ver que hay algo que le hace falta y que esta aún no le ha dado.

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La atención

De la misma forma, hay otros expertos en educación y psicología que exponen que otro de los motivos de que un menor se porte peor con uno de sus progenitores es porque ese es el que, cuando monta una pataleta o se pone a llorar como un descosido, le presta atención y le da todos los antojos que pide. Esa circunstancia es la que le hace darse cuenta al menor, por muy pequeño que sea, que si su padre, por ejemplo, es el que le hace caso siempre y le acaba dando todo lo que quiere es al que le deberá montar “un pollo” para alcanzar sus objetivos.

El olor

Aunque pueda resultar realmente chocante y llamativo, existe otro estudio que determina que es el olor de la madre el que hace que su hijo, por regla general, se porte peor con ella. El doctor en Psicología K.P Leibowitz, de la Universidad de Washington, es el que ha acometido esa investigación en la que ha podido comprobar que las feromonas que desprenden las progenitoras hacen que, al olerlas, sus vástagos cambien su comportamiento de manera irremediable y empiecen a llorar, patalear o a ser una auténtica revolución.

Consejos para evitar esa situación

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Las tres razones que hemos dado a conocer son las que, hasta el momento, se considera que pueden explicar porqué un niño “torea” a uno de sus padres y no al otro. Una situación que seguro que molesta, enfada y “ofende” al progenitor afectado, que puede optar por llevar a cabo una serie de medidas para conseguir cambiarla y que su hijo deje de actuar de esa manera.

En concreto, para atajar el mal comportamiento del pequeño debe acometer las siguientes acciones:

  • Lo primero y más importante es que mantenga la calma en el momento en el que el menor comience con sus llantos, pataletas y demás “argucias”. Debe estar tranquilo ante esa circunstancia, hablarle de manera sosegada y, mirándole a los ojos, decirle que deponga su actitud pues hasta que no lo haga no le prestará atención.

  • De igual modo, es necesario que se mantenga firme, que, por más que llore su hijo o por más gritos que pegue, no acabe cediéndole y dándole lo que pide. Y es que eso supondría que se le volvería demostrar al niño que es el que “manda” y el que consigue todo lo que desea.

  • Bajo ningún concepto, el padre o la madre le debe decir al niño frases del tipo “eres malo conmigo” o “te portas peor cuando estamos solos”, ya que sólo serviría para acrecentar el mal comportamiento del menor.

  • Ni que decir tiene que es vital que los padres se apoyen en todo momento. Con esto nos referimos a que cuando uno le riña al hijo o le establezca una norma, el otro no le desautorice. Y es que si el menor se da cuenta que hay contradicciones o distintos puntos de vista entre los adultos, se aprovechará de la circunstancia, sabrá quién es más tolerante con ciertas actitudes y quién se lo permite todo, por lo que será a quién le montará más “espectáculos”.

  • Asimismo, es necesario que jamás se opte por la violencia, ya sea física o verbal, para solventar la situación e intentar corregir las actitudes del pequeño.

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