¿Qué cambios se producen en el cerebro cuando te conviertes en padre por primera vez?
Un estudio ha revelado que el cerebro cambia en el momento en el que te conviertes en padre o madre, cuidador o adoptante de un bebé.
Sabemos que nuestro cerebro es quizás el órgano más fascinante que existe. La manera en la que reaccionamos ante determinados estímulos o eventos está en gran medida relacionado con el cerebro hasta el punto incluso de provocar determinados cambios en este, algo que se ha descubierto ahora a raíz de un nuevo estudio, que se produce precisamente cuando nos convertimos en padres por primera vez.
¿Qué cambios se producen en el cerebro cuando te conviertes en padre por primera vez?
El trabajo de la Dra. Sarah Watamura, la Dra. Pilyoung Kim, Tiffany Phu y Andrew Erhart de la Universidad de Denver y llamado Two Open Windows: Part II, se centra en el modo en cómo afecta al cerebro de los adultos la transición a la paternidad. Incluso cuando se trata de cuidadores, independientemente de la conexión biológica con el bebé, se experimentan desarrollos cerebrales y cambios en el cerebro, hasta el punto por ejemplo de saber si el llanto de un bebé significa que tiene hambre o necesita un cambio de pañal.
El estudio resalta además que «tanto los progenitores como el bebé son más sensibles a los cambios de su entorno», de modo que recomiendan extender apoyos comprobados, como visitas domiciliarias y clases para reducir el estrés, a los padres, padres adoptivos y otros adultos que asumen las principales responsabilidades de crianza de un niño pequeño.
De este modo y dado que el acto de la transición a la paternidad, ya sea un padre biológico o no, abre una ventana de tiempo limitado en la que tanto el nuevo padre como el bebé son especialmente receptivos a ser moldeados por su entorno. puede suponer también una oportunidad si se maneja de manera respetuosa e intencional, para apoyar y encaminar a las familias por el camino hacia la salud y el bienestar.
Hacer esto para padres, cuidadores y bebés juntos en esta ventana temprana dará sus frutos a corto plazo al ayudar a los padres y a los niños a lidiar con el estrés y, a largo plazo, al encaminar a los niños hacia el éxito en la escuela y más adelante. en la vida.
Así. con la investigación de la Dra Watamura y la Dra. Kim, los responsables de la medicina y otros responsables, podrían desarrollar y crear políticas sólidas e inclusivas y apoyos que se dupliquen con las madres pero también con los padres, abuelos, padres adoptivos y no biológicos.
Además el camino a seguir sería procurar las herramientas necesarias para reducir el impacto de tener un bebé y que no se convierta en estrés, y en concreto en el llamado estrés tóxico que suelen padecer aquellas personas que no tienen ayuda y que según se señala también en el estudio, «pone a prueba el sistema neurológico necesario para determinar las necesidades de un bebé» y también, esforzarse con aquellas persona que tras tener a su hijo/a han tenido cualquier tipo de trauma. Todo con el fin de evitar también el estrés en el bebe tanto a corto como a largo plazo (cuando ya haya crecido).
Y para lograr lo señalado ya se han lanzado, al menos en Estados Unidos, dos programas de salud mental de parte de Darius Tandon, investigador de la Universidad Northwestern, que van en paralelo y sirve para tratar a padres y madres por separado con el fin de que se preparen mental y físicamente para la paternidad.
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