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Padres tóxicos, ¿quiénes son?

Cuando pensamos en padres, a todos nos vienen a la cabeza adultos que, sobre todo, desde el primer momento que tienen a sus hijos en brazos no dudan en convertirse en personas nada egoístas, preocupadas porque sus pequeños crezcan sanos y fuertes, que siempre los anteponen a cualquier otra cosa y que tienen claro que lo primero siempre es el bienestar de los niños.

Sin embargo, aunque esta es la idea general que todos compartimos, lamentablemente no todos los progenitores son así. Y buena muestra de eso es que existen lo que se ha dado en llamar, por parte de profesionales de la Psicología, padres tóxicos. Se trata de adultos que, con sus actitudes y forma de educar, lo que consiguen es que sus vástagos sean personas inseguras, con notables carencias afectivas, frustrados, con baja autoestima y llenos de miedos.

¿Quieres descubrir cómo son esos papás? A continuación, te damos a conocer las principales señas que les identifican:

1-El hogar es una auténtica dictadura

Una de las primeras muestras de que un padre es tóxico es que en su casa lo que se vive, tanto por parte de su pareja como de sus hijos, es una dictadura. Esto lo que significa es que las normas las determina por sí solo y las impone, se hace únicamente lo que diga él, ninguno de los miembros de la familia puede dar un paso sin su consentimiento…

Hasta tal punto es un dictador que es capaz de elegir desde la ropa que visten los demás hasta lo que comen pasando incluso por los amigos que deben tener sus vástagos.

El resultado de esa actitud es, sin lugar a dudas, un hogar que resulta ser un auténtico infierno para todos, excepto para ese adulto claro está.

2-No existe el diálogo, todo es maltrato

Asimismo no hay que pasar por alto tampoco que el padre tóxico es una persona que considera que el diálogo con sus hijos no debe existir porque no sirve para nada. Bajo su punto de vista la mejor manera de educarles es con el maltrato, ya sea físico o psicológico. De ahí que recurra no sólo a dar una bofetada sino también a insultar y a humillar a los menores. Es, por tanto, un maltratador.

3-Son expertos manipuladores

Otra de las señas de identidad de este tipo de progenitor es que tiene una capacidad innata para manipular a los demás, especialmente a sus hijos. De ahí que sea capaz de cualquier cosa, incluso mentir, ocultar y tergiversar las cosas, para lograr que sus normas y sus ideas se cumplan a rajatabla.

En este caso, además, esa cualidad le lleva incluso a utilizar recursos como el chantaje emocional para que los menores hagan lo que quiera. Eso supone que les brinde una mínima muestra de cariño para que esos “caigan” rendidos a sus intenciones e imposiciones. Se trata por tanto de un padre que juega con los sentimientos.

4-Siempre son las víctimas de sus hijos

De la misma manera, es habitual que también los psicólogos determinen que los progenitores tóxicos para sus hijos tengan la cualidad innata de presentarse siempre como víctimas de esos. Y es que, delante de los demás e incluso de los vástagos, no dudan en manifestar que todo lo malo que les sucede es culpa de su descendencia, que han entregado sus vidas a la misma pero que no obtienen nada a cambio, que les maltratan y humillan, que nos les dan cariño, que nunca les dan las gracias por lo que hacen…

Es más, se considera que, además, utilizan ese victimismo para justificar el maltrato, físico o psicológico, que emplean con los hijos.

5-El ataque es su “arma”

Por supuesto, no hay que olvidarse que otra de las señales que indican que un progenitor es del tipo que estamos analizando es que cuando algo que ha dicho o ha hecho su hijo no le gusta, o simplemente no se ajusta a lo que desea, procede al ataque. Y eso supone no sólo pegarle, gritarle o insultarle sino humillarle y criticarle cruelmente, burlarse de los aspectos que sabe que le hacen daño, compararle con cualquier otro menor de su edad para menospreciarle…

De la misma manera, no podemos olvidar que un padre tóxico también se identifica porque es exigente con sus hijos hasta límites insospechados e imposibles, porque le encanta ridiculizarles delante de los demás y porque son mínimas o nulas las muestras de cariño que les da.

Todo eso es lo que lleva a que sus vástagos vivan un auténtico calvario a su lado y se conviertan en personas sin capacidad de decisión, que se sienten inferiores a los demás, que no se valoran en absoluto y que tendrán una vida infeliz por los miedos, temores e inseguridades que ese adulto les ha creado desde que nacieron.