Estrés en el embarazo: cómo manejarlo para poder proteger al bebé
Sufrir de estrés crónico durante el embarazo puede implicar riesgos como que el bebé sufra de bajo peso al nacer.
Sufrir de estrés durante el embarazo es algo bastante habitual debido sobre todo, a los muchos cambios que sufre el organismo, de modo que a pesar de ese estrés no debemos sentirnos mal o que el embarazo está yendo por mal camino, sino intentar evitarlo o manejarlo para que no exista riesgo alguno ni para el feto y tampoco, para nosotras.
Estrés en el embarazo
Las fuentes de estrés que debe afrontar una mujer embarazada durante el embarazo son de naturaleza muy diferente y requieren una gran adaptación por parte de la mujer embarazada.
Por supuesto que los cambios en el el organismo (por ejemplo el desplazamiento gradual de los huesos pélvicos, que los órganos internos para dar cabida al niño se muevan gradualmente, o el cambio de los niveles hormonales) pueden hacernos desarrollar estrés, pero también debemos pensar en todo lo que rodea o implica un embarazo, lo que puede llevarnos a sentirnos con preocupación y con ello que también acabe apareciendo cierto estrés o ansiedad, algo que es del todo legítimo y normal.
Tampoco hay que olvidar que los factores ambientales, completamente fuera del control de la mujer, pueden aumentar considerablemente el nivel de ansiedad por el futuro. Un ejemplo perfecto de esto es el estado de una pandemia global que la sociedad ha estado viviendo desde principios de 2020.
Y ya sabemos que el estrés puede tener consecuencias negativas sobre el bienestar psicofísico de un individuo, pero en el caso de una mujer embarazada, el estrés también implica riesgos muy graves para la salud del niño.
Aprender a conocer y manejar el estrés para evitar las consecuencias más negativas en la salud del bebé es un compromiso que toda madre debe asumir desde los primeros meses de embarazo.
Estrés en el embarazo: los riesgos para la mamá y el bebé
Un estrés normal, que se manifiesta con episodios infrecuentes y de duración limitada, no produce ningún daño de ningún tipo, ni al cuerpo de la embarazada ni al de su hijo.
El problema surge cuando el estrés normal se convierte en estrés crónico: en este caso, la respuesta del cuerpo al estrés ya no es proporcional a las causas que indujeron el estrés y el cuerpo permanece en tensión durante mucho tiempo, incluso si se logran eliminar las fuentes de estrés.
En este caso, los efectos negativos en el niño son diferentes y bastante graves:
- Ansiedad e hipertensión: la hipertensión gestacional es un problema que enfrenta aproximadamente el 7% de las mujeres embarazadas. Surge de una malformación de la placenta que el cuerpo de la madre intenta compensar elevando el nivel de su presión arterial. La hipertensión suele estar relacionada con la agitación y la ansiedad que contribuyen a alimentar los problemas de estrés que ya padece la madre, desencadenando un círculo vicioso que es peligroso para la salud de la madre y del niño.
- El embarazo puede terminar antes y el cuerpo puede anticipar el parto.
- El bebé puede nacer con bajo peso porque el embarazo terminó antes de su término natural o porque la madre trató de controlar el estrés adoptando malos hábitos , como beber alcohol y tabaco. Tampoco hay que olvidar que el consumo de alcohol, tabaco y drogas puede comprometer el desarrollo neurológico normal del niño.
- La motilidad del feto podría verse comprometida: un bebé que se desarrolla en el útero de una madre estresada se mueve menos y esto también podría tener consecuencias para su desarrollo futuro
- Alto riesgo de enfermedades infecciosas: las estadísticas han demostrado que los bebés nacidos de madres que soportaron altos niveles de estrés durante el embarazo desarrollaron enfermedades infecciosas con más frecuencia y recibieron tratamientos con antibióticos con mayor frecuencia.
- Nacimiento de bebés más emocionales: Un cuerpo estresado produce cortisol, por lo que un feto que se desarrolla en el útero de madres estresadas puede desarrollar alteraciones en el tamaño de la amígdala, el órgano que produce hormonas con la tarea de manejar los procesos emocionales. Las estadísticas han demostrado que las niñas nacidas de madres muy estresadas durante el embarazo han desarrollado una amígdala más grande, que luego secreta más hormonas. Las niñas con una amígdala más desarrollada de lo normal necesariamente experimentarán altibajos emocionales (que sufren de ansiedad, depresión, problemas mentales, etc.) a lo largo de su vida, más que las niñas y mujeres con una amígdala de tamaño normal.
- Nacimiento de niñas: si bien esto no puede considerarse un riesgo para la salud del feto en absoluto, algunas investigaciones han demostrado que una mujer estresada tiene más posibilidades de concebir una niña que un niño. Las posibilidades de tener un niño disminuyen en un 75%
- Problemas de apego: la relación que se establece entre la madre y el bebé está influenciada por muchos factores, entre ellos el estado de ánimo en el que la madre ha vivido el período de embarazo. Existe el riesgo de que una madre muy estresada desarrolle estilos de apego incorrectos hacia su hijo , dañando irremediablemente su equilibrio emocional y psicológico en la edad adulta.
Cómo podemos manejar el estrés durante el embarazo
Durante el embarazo, no se recomienda en absoluto tomar medicamentos ansiolíticos, ya que pueden causar graves problemas de salud al bebé. Por esta razón es estrictamente necesario que las futuras madres aprendan a manejar el estrés en el embarazo con métodos y prácticas naturales de bienestar psicológico.
Entre los consejos generales que toda embarazada debe empezar a seguir se encuentran:
- No niegues que sufres de estrés: la sociedad está muy extendida en la creencia de que el embarazo y la maternidad son las fases más bellas de la vida de una mujer y en las redes sociales reinan las fotografías de madres hermosas, perfectas, en perfecta salud. Muchas mujeres terminan intentando desesperadamente adaptarse a este modelo, llegando a negar sus problemas de estrés.
- No dudes en pedir ayuda: una madre que decide fingir que todo está bien con el fin de desempeñar el papel de «madre perfecta» es posible que aumente más todavía su estrés, de modo como en el punto anterior, será bueno asumir que se tiene estrés y solicitar la ayuda necesaria al médico.
- Delega: Reducir la carga mental es fundamental durante el embarazo si toleras mal el estrés. Aprender a delegar las tareas propias en otras personas, evitando hacerlo todo sola, es un paso importante para adquirir un nuevo equilibrio psicofísico que le hará bien al niño.
- Practica yoga, meditación y dedica tiempo a tu bienestar personal: muchas mujeres embarazadas trabajan hasta el último minuto de espera, y a menudo continúan gestionando la casa y los demás hijos. Desafortunadamente, esta es una actitud malsana que contribuye a elevar enormemente los niveles de estrés. Debes dedicar tiempo al bienestar personal, durante el cual puedes aprovechar para practicar técnicas de relajación, meditación y mindfulness dado que serán un gran recurso para el bienestar psicológico de las futuras madres e hijos.
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