inmigración ilegal

La ruta argelina de las pateras hacia Baleares se consolida y atrae a inmigrantes de otros países

Los argelinos no colaboran con las autoridades porque "tienen miedo" ya que "las mafias saben dónde viven sus familias"

Policías declaran en un juicio en Palma que en estas pateras también hay pasajeros de Yemen, Mali, Libia o Siria

El acusado de patronear una patera llegada en julio a Cabrera ha negado en el juicio ser el responsable del viaje

Los inmigrantes argelinos pagan entre 700 y 2.500 euros a las mafias para llegar en patera a Baleares

1.400 inmigrantes argelinos han llegado a Baleares este año en patera tras pagar entre 1.500 y 2.000 euros

El acusado de patronear una patera sentado durante el juicio celebrado este viernes en Palma
El acusado de patronear una patera sentado durante el juicio celebrado este viernes en Palma

La Policía Nacional ha constatado que en los últimos meses las mafias argelinas de inmigración ilegal están atrayendo, cada vez más, a personas de otros países de África. Se trata de bandas criminales que organizan la salida de pateras desde Argelia hacia las Islas.

Los integrantes de estas organizaciones se reparten las tareas de las travesías que organizan sin ningún tipo de medidas de seguridad. Unos se encargan de captar a los inmigrantes, otros tienen la misión de cobrarles importantes sumas de dinero, entre 1.500 y 2.000 euros. Después están los patrones y guías de las embarcaciones.

Si bien la gran mayoría de migrantes son de nacionalidad argelina, desde hace un tiempo estas redes están siendo utilizadas por personas de otros países, algo que no ocurría hace año y medio. Así lo ha explicado un inspector de la Unidad Central de Redes de Inmigración Ilegal y Falsedades Documentales (UCRIF) de la Policía en un juicio que se celebra en Palma contra un hombre acusado de patronear una patera desde Argelia a Cabrera.

De hecho, en este viaje en patera -que es objeto de este juicio en la Audiencia Provincial- iban yemeníes y en otras ocasiones han encontrado pasajeros de Mali, Libia o Siria.  Otro funcionario policial, asimismo,  ha referido, y recoge Europa Press, que los argelinos no suelen prestarse a colaborar con las autoridades porque «tienen miedo» ya que «las mafias que les traen saben dónde vive su familia».

«Son redes que funcionan bastante más organizadamente de lo que puede parecer», ha enfatizado el agente. Aun cuando a estos migrantes se les concede la condición de testigo protegido para animarles a señalar a los integrantes de las mafias, «al día siguiente se marchan y no da tiempo a realizar una prueba preconstituida, ni quieren firmar el acta de declaración».

Por ello, si en la embarcación viajan personas de otros países, la Policía suele centrarse en ellos para conseguir testificales. En el caso de la patera juzgado el pasado viernes, llegada el 11 de julio a Cabrera, interrogaron a tres personas, dos de ellos yemeníes, que aceptaron responder a las preguntas de la Policía.

Los dos ciudadanos procedentes de Yemen hablaban bien inglés y tenían educación superior. Reconocieron «sin ningún género de dudas» al acusado como conductor de la embarcación. Con todo, estos testigos no han prestado declaración en el juicio ya que ahora se encuentran en paradero desconocido. Sus testimonios se han introducido igualmente por vía documental.

La Policía Nacional considera que existe una ruta de inmigración ilegal ya consolidada entre Argelia y Baleares. Tras desembarcar, el destino final suele ser otro lugar, habitualmente Francia. Según el inspector, el pilotaje de la embarcación es «el último eslabón» de esa cadena.

Por otro lado, el hombre acusado de patronear la patera llegada en julio desde las costas argelinas a Cabrera ha afirmado en el juicio ser un pasajero más. El procesado, que realizó la travesía con 16 migrantes a bordo, ha reconocido haber conducido la embarcación durante dos horas, pero ha negado ser el responsable del viaje.

No obstante, la Fiscalía lo señala como integrante de una mafia de inmigración ilegal y pide para él cinco años de cárcel por un delito contra los derechos de los ciudadanos extranjeros. Además, al inicio del juicio la fiscal ha introducido modificaciones en su escrito acusando al hombre de formar parte de una mafia de inmigración ilegal.

La patera, de seis metros de eslora y un solo motor fueraborda, llegó a las costas españolas el 11 de julio de este año y entre los pasajeros había dos menores. En el interrogatorio, el acusado, defendido por el abogado Luis Fernando Paguaga, ha confirmado que la travesía se realizó desde Burmedés (Argelia), con una duración de aproximadamente 24 horas.

Sin embargo, el hombre ha negado ser el patrón de la patera, asegurando que era un pasajero más. Entre las pruebas hay vídeos en los que aparece con una mano en el timón y otra utilizando un teléfono móvil -con una aplicación GPS para orientarse, como él mismo ha admitido-, pero lo ha justificado señalando que cogió los mandos porque era su «turno».

En este sentido, el acusado ha mantenido que varios de los migrantes se turnaron para manejar la barca siguiendo las instrucciones de otra persona a la que ha identificado como el verdadero patrón de la patera. Así, ha dicho que esa persona le enseñó cómo dirigir la patera, ya que nunca antes había navegado, y que sólo condujo durante dos horas.

Según ha contado, en la embarcación llevaban como provisiones para el viaje 30 litros de agua en bidones de cinco litros, leche, fruta y galletas. También ha indicado que llevaban gasolina y que contaban con un solo motor de 40 caballos. Durante la travesía hubo oleaje y asimismo algunos pasajeros se quemaron por el sol.

El hombre ha afirmado que pagó unos 1.150 euros en dinares argelinos cuatro meses antes de zarpar. Para ello un amigo le puso en contacto con un tercero, que formaba parte de un grupo asentado en Argelia dedicado a organizar estos viajes.

Esta persona le indicó que esperase su llamada. El día de la partida le metieron «en una casa muy pequeña» con otras personas a las que no conocía, hasta que por la noche les llevaron a la barca para partir. Además, ha señalado que las personas de la supuesta mafia les instruyeron sobre lo que tenían que decir si eran interceptados. De hecho, cuando le llevaron al Juzgado en Palma acusado de ser el patrón, no sabía para qué iba y pensaba que era para «una simple declaración como todo el mundo».

El procesado también ha declarado que los pasajeros habrían recibido «presiones» de esta organización, amenazando con hacer daño a sus familiares, para que no colaboren con las autoridades españolas. «No he sido yo, no he hecho nada», ha dicho en su turno de última palabra.

La Policía ha insistido en el peligro que suponía la travesía para los migrantes, dada la precariedad de la embarcación. Además, los agentes de la Ucrif han recalcado que un testigo explicó que viajar con chaleco salvavidas suponía «un plus adicional» en el precio pagado por la travesía. Según la información recabada, sólo dos personas de la patera llevaban chaleco.

Los funcionarios también han recalcado que en estos viajes se suelen llevar pocas provisiones porque en el centro de la embarcación se colocan, ocupando mucho espacio, los bidones de gasolina. Un agente ha incidido en que a menudo los migrantes realizan una práctica peligrosa, al repostar con el motor aún en marcha. «Uno sujeta la lata, otro el embudo y la goma», ha detallado.

Este policía también ha apuntado que es frecuente que en las pateras transporten hachís u otras sustancias estupefacientes para su consumo durante la travesía, pero siempre se deshacen de la droga. «Ésta fue la patera número 23, ahora vamos por la 93, y no he encontrado hachís en ninguna, aunque en varios casos había evidentes indicios de consumo», ha enfatizado el agente.

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