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PRIMERA LÍNEA

Extremadura, ¿el espejo donde mirarse el centroderecha?

La espectacular victoria, juntos, del PP y Vox en las elecciones de mayo de 2023 ofreció una coartada propagandística relevante al sanchismo: dar la señal de alerta a los potenciales votantes de izquierdas: ¡vienen los ultras, viene el fascismo! La versión 2.0 del Dóberman felipista de 1996. Entonces no funcionó y sí en julio de 2023 por la suma antinatura de socios y puede que también el hecho de contar con la fontanera Leire Díez en Correos y como resultado un abrumador incremento del voto de izquierdas cuando no venía siendo así en el histórico de anteriores comicios. Es posible que fuese aprovechado igualmente el ruido no necesariamente alentador en el proceso de negociaciones del centroderecha en comunidades y ayuntamientos, antes de volver a las urnas en las generales de julio de 2023.

He dicho juntos porque sin unir fuerzas PP y Vox, jamás el centroderecha podrá llegar al poder con la actual correlación de fuerzas. Lo sabe el PSOE y por eso mismo continúa azuzando con aquello de ¡que viene el fascismo!

El próximo 21 de diciembre por la noche sabremos cómo queda finalmente constituida la Cámara legislativa de Extremadura. Las encuestas apuntan la mayoría absoluta del centroderecha, creciendo tanto el PP como Vox, y el hundimiento de la izquierda. Pero serán las urnas las que darán el resultado cierto y definitivo. Parece ser que al inicio de campaña PP y Vox vuelven a tirarse los trastos a la cabeza y ésa no es precisamente una buena noticia si bien no parece que la izquierda pueda remontar, con un candidato como el socialista imputado por tráfico de influencias Miguel Ángel Gallardo. Conviene recordar que sin el PSOE suficiente, no hay izquierda que valga.

En el caso de María Guardiola, candidata del PP y presidenta a reelección de Extremadura, el talante antipático que trascendió en las negociaciones de 2023 no parece que vaya a pasarle factura, según arrojan las encuestas. Además, acabó por pactar con Vox, hasta la ruptura unilateral, decretada por Santiago Abascal, quién le ha visto y quién le ve observando sus días abrazado al liberalismo, hoy arrojado en brazos de la corriente falangista con Javier Ortega Smith y Jorge Buxadé al frente.

Un inciso. Siendo estudiante universitario, a comienzos de los años 70 fui como meritorio con un equipo de TVE a los archivos del NO-DO, en calle Joaquín Costa de Madrid, para documentarse sobre un reportaje destinado a emitirse en Informe Semanal sobre José Antonio Primo de Rivera, en los días cercanos al 20 de noviembre, fecha de su fusilamiento en Alicante, en 1936, por un tribunal revolucionario republicano. Otro inciso. Soy testigo de que Franco murió el 19 de noviembre. Yo estaba en tercer año de carrera y me encontraba en Málaga, como adjunto de prensa de la SICAB (Semana internacional del Cine de Autor de Benalmádena). Manu Leguineche era mi jefe y esa noche me encargó llevar la prensa del festival, porque él se iba a Madrid al conocerse que Franco había muerto. Debía regresar a Colpisa, la agencia de noticias que dirigía. El régimen hizo que Franco muriera el 20-N, para dejar en imperativo olvido que en esa fecha sí murió José Antonio.

Volviendo a la calle Joaquín Costa de Madrid. En la moviola, unas palabras de José Antonio animando a la descentralización autonómica, empleándose en términos de los años 30 del siglo pasado. El reportaje fue censurado y no se emitió en Informe Semanal. Doy fe de ello. A mí, lo que opine Vox me trae sin cuidado, pero desde luego no es fascismo. La palabra es la coartada de la extrema izquierda -el PSOE lo es- para descalificar al centroderecha.

Lo que sí me preocupa es el desencuentro entre el PP y Vox porque en ello nos va el futuro, la convivencia en libertad y concordia. Teniendo claro que en Baleares las relaciones entre ambos partidos han sido convulsas, tiendo a preguntarme entonces: ¿Extremadura es el espejo donde mirarnos? Porque el electorado balear de centroderecha entiende esa necesidad de pacto, pero de la misma manera puede acabar en la abstención, si continúa la pelea. No así el electorado balear de extrema izquierda –el PSIB lo es- sometido a las consignas guerracivilistas y tan proclive a activarse por su sentido acrítico.

Esperemos a ver lo que pasa el 21 de diciembre y qué pactos aguardan en Extremadura. ¿Continuidad del centroderecha, reconquista de la izquierda.

En Baleares, desde el 2023, la izquierda continúa desacreditada y las cosas no están yendo tan mal con el centroderecha, salvo la no aprobación de los Presupuestos del Govern para el año 2026 por las peleas entre PP y Vox y esta circunstancia puede llevar al hartazgo del electorado de centroderecha, favoreciendo así el resurgimiento del nefasto Pacte de Progrés. Porque hay imperativos de Vox que en su radicalismo confieren dignidad a la situación agobiante de una sociedad sometida a la intransigencia de la izquierda, si es capaz el PP de entender la necesidad de tomarlos en consideración.