Le dijeron que quizá no llegaría a su boda por un cáncer, pero hoy sigue bailando con su mujer y sus hijos
Xisco Quesada, un joven de 28 años, afronta un tumor de páncreas con metástasis en el hígado con una sonrisa
"El médico nos había dicho que no esperáramos quince días, por si acaso no llegaba"
El próximo 18 de octubre su antiguo equipo de fútbol le rendirá un homenaje
El 5 de junio marcó un antes y un después en la vida de Xisco Quesada, un joven mallorquín de 28 años. Ese día le comunicaron que tenía un tumor con metástasis en el hígado y que no había posibilidad de operar. El médico fue claro: la esperanza de vida se contaba en meses. Apenas 48 horas después de recibir el diagnóstico, Xisco le pidió matrimonio a su pareja, Noelia. Un día más tarde, ya estaban casados. Media hora después de la boda, firmó su testamento.
Desde entonces, este padre de dos niños pequeños ha decidido exprimir cada minuto, compartiendo en sus redes la crudeza de los tratamientos, los miedos y también los buenos momentos. Lanza un mensaje claro, no quiere esconder nada a sus hijos y desea que cuando crezcan, sepan que su padre no tuvo miedo de vivir.
Hoy, tras meses de quimioterapia, los médicos hablan de una mejoría que pocos esperaban. Su historia no es solo la de una enfermedad, sino la de alguien que decidió aferrarse a la vida con todas sus fuerzas. Xisco nos recibe en el campo de fútbol del Seminario (CD. San Pedro) donde jugó durante años y lugar donde el próximo 18 de octubre se disputará un partido homenaje y benéfico a favor de su causa.
PREGUNTA.- ¿Quién es Xisco Quesada, para quien no te conozca?
RESPUESTA.- Soy un chico de 28 años que pensaba que tenía la vida encarrilada. Trabajo, familia, salud… todo bien. Hasta que, de repente, la vida me dio un golpe de realidad. Me diagnosticaron cáncer de páncreas con metástasis en el hígado, en estadio cuatro. Fue horrible. Te hablan de meses de vida. Pero decidí luchar. Y ahora, aunque sigo en tratamiento, parece que las cosas se están revirtiendo un poco. Ya no hablo de meses, sino de esperanza.
P.- ¿Recuerdas el momento exacto en que te lo comunicaron?
R.- Perfectamente. Fue una sensación de irrealidad. Piensas: esto le pasa a otros, no a mí. Lo había visto en películas, o en familiares mayores, pero nunca esperas escucharlo con tu nombre. Me decían que tenía múltiples lesiones en el hígado, que todo apuntaba al páncreas… hasta que la biopsia lo confirmó. Cada palabra dolía más que la anterior. No lloré, porque no lo creía.
P.- Al principio pensabas que era algo más leve, ¿no?
R.- Sí, de hecho me diagnosticaron una gastroenteritis en enero. Iba tirando, con molestias, digestiones pesadas… Pensaba que era por el ejercicio, por el estrés. Hasta que los dolores se hicieron insoportables. Fui al hospital y una ecografía mostró múltiples lesiones en el hígado. El médico me dijo: «Esto pinta feo, corre al hospital». Y así empezó todo.
P.- ¿Qué fue lo primero que pensaste cuando confirmaron que era cáncer?
R.- Pensé en mis hijos. Tengo dos niños de tres años y uno. Lo último que se te pasa por la cabeza eres tú mismo. Solo pensaba en ellos, en que podían quedarse sin recuerdos de su padre. Eso fue lo más doloroso.
P.- ¿Cómo reaccionaste ante un diagnóstico tan devastador?
R.- Lloré mucho, pero enseguida pensé: “No me puedo rendir”. Dos días después le pedí matrimonio a Noelia. El médico nos había dicho que no esperáramos quince días, por si acaso no llegaba. Así que nos casamos al día siguiente. Fue precioso y durísimo al mismo tiempo. Media hora después de la boda, firmé mi testamento. Fue un contraste brutal, pero también sentí paz.
P.- Tu caso ha sorprendido a los médicos. ¿Cómo estás hoy?
R.- Muy bien, dentro de todo. Empecé con quimio folfirinox, que es muy fuerte, y tras las primeras sesiones los resultados fueron increíbles: el tumor principal se redujo un 20% y las metástasis también disminuyeron. En Pamplona me dijeron que una respuesta así es algo que prácticamente nunca se ve en cáncer de páncreas. Ahora estoy terminando mi octava sesión, y si todo va bien, podríamos pasar a tratamiento oral. Sería un sueño.
P.- Compartes tu historia en Instagram y tus vídeos emocionan a miles de personas. ¿Por qué decidiste hacerlo?
R.- Porque necesitaba soltarlo. Cada vídeo que subo ya lo he llorado antes. Es duro, pero compartirlo me ayuda. Y si alguien me ve y piensa “tengo que aprovechar más mi vida”, ya ha merecido la pena. La gente me escribe cosas preciosas, y eso también me da fuerza.
P.- Has escrito una carta de despedida a tu familia. ¿Cómo fue ese proceso?
R.- Durísimo, pero necesario. Lo hice como un ejercicio de desahogo. Escribí varias: a mis padres, a Noelia, a mis hijos, a los pacientes oncológicos y también a la gente sana. Quería dejar un mensaje: que vivan, que no esperen a que algo malo les despierte. Cuando la terminé, sentí alivio.
P.- El médico llegó a decirle a tu familia que quizá no llegarías a tu boda. Y, sin embargo, aquí estás.
R.- Sí, me enteré de eso después. A mi madre le dijeron que mejor no esperáramos 15 días porque podría no llegar. Si lo hubiera sabido entonces, quizá me habría rendido. Pero como no lo sabía, seguí luchando. Hay una frase que me gusta mucho: “No sabía que era imposible, y lo hizo.” Creo que me define bien.
P.- Hace poco volviste a correr. ¿Cómo se siente eso?
R.- Una pasada. A los dos meses del diagnóstico ya corrí un poco. Hace poco hice mi primera carrera de cinco kilómetros. Quedé por la mitad, pero me sentí ganador igual. No corro contra nadie, corro contra el miedo.
P.- El 18 de octubre se celebra un partido muy especial en tu honor. ¿Qué significa para ti?
R.- Muchísimo. Ese día se reúnen todos los amigos con los que formamos el equipo hace años, “Los Matadores”. Vamos a jugar, reírnos y celebrar la vida. Quiero jugar diez minutos con cada equipo, aunque me conozco… seguro que me vengo arriba y no salgo del campo.
P.- ¿Será un evento benéfico?
R.- Sí, todo lo recaudado irá a los tratamientos complementarios. La Seguridad Social cubre la quimio, pero hay otras terapias que ayudan mucho: ozonoterapia, vitaminas, estudios genéticos… Todo eso lo costeo por mi cuenta.
P.- ¿Qué le dirías a la gente que aún no conoce tu historia?
R.- Que no esperen a que algo les sacuda para empezar a vivir. Que abracen, que digan «te quiero», que se rían más. La vida no se mide en años, sino en abrazos.
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