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Un bandolero, el castillo, las escuelas y las mujeres músicas en las Jornadas de Estudios Locales de Alaró

Más de 60 personas asistieron a cada una de las dos jornadas en las que se presentaron 13 ponencias a cargo de 17 estudiosos

Éxito absoluto tanto en participación como en calidad. La primera edición de las Jornadas de Estudios Locales de Alaró ha superado todas las expectativas. Si el primer día, el pasado viernes, la sala registró un lleno total, durante el segundo día la capacidad quedó desbordada, lo que obligó a instalar sillas adicionales. Estas Jornadas de Estudios Locales fueron organizadas por el Ayuntamiento y Al Rum.

El primer bloque, bajo el epígrafe La Edad Moderna, fue inaugurado por Joan Pons i Payeras, quien reveló la información aportada por la visita pastoral del obispo Juan de Santander a la iglesia de Alaró en 1634.

Miquel Jaume y Mateu Morro expusieron el contexto social en el que se desenvolvía el legendario bandolero de Alaró Mateu Reus, Rotget. Concluyeron que la gran pobreza en la que vivía la población lo empujaba al delito.

Por su parte, Biel Ordinas guió a la audiencia a través de la abundancia de mobiliario, vajillas, obras de arte y vestidos presentes en una posesión como la de Son Fortesa.

Después del café, Bel Peñarrubia moderó el segundo bloque. Arantzazu Miró leyó una ponencia de Joan Círia que identifica a media docena de mujeres de Alaró que eran músicas. La mayoría tocaban música en el ámbito doméstico, aunque una de ellas actuó públicamente con la orquesta Savoy. Eusèbia Rayó repasó la violencia contra las mujeres de Alaró a lo largo de cinco siglos.

En el último bloque se habló de guerra y posguerra. Pau Torres envió una comunicación en la que ejemplificó la persecución de las izquierdas a través del caso de Miquel Seguí, residente de Alaró, primero escondido y luego encarcelado por su simpatía hacia la izquierda. Finalmente, Marçal Isern analizó la simbología de los monumentos fascistas tras la Guerra Civil, con especial incidencia en la llamada Cruz de los Caídos, que se erigió en la actual plaza Sebastià Jaume.

La segunda jornada, el sábado, comenzó con un bloque dedicado a la enseñanza en Alaró, moderado por Aina Salom. María Rotger y Francesc Rotger explicaron cómo era la escuela pública de Alaró hace cien años. No existía un centro único, y el alumnado estaba distribuido en locales situados en las calles de Sa Carnisseria (actual Alexandre Rosselló), en la calle de Son Tugores (actual Jaume Colom) y en el casal de Son Tugores.

Antoni Aulí presentó un trabajo elaborado junto con Joan Pons sobre los dos procesos de depuración del magisterio en las escuelas públicas de Alaró. El primer proceso fue más leve, mientras que el segundo castigó mucho más a los docentes.

Algunos casos destacados fueron el de Andreu Rotger, que finalmente no fue sancionado. En cambio, Miquel Llinàs fue suspendido de empleo y sueldo, aunque posteriormente se le rebajó la condena. Franco Llobera Estrades fue sancionado, entre otras razones, porque el rector de Alaró, Francesc Planas, futuro obispo de Ibiza, redactó un informe negativo distinto al que había firmado personalmente delante del afectado. Antònia Calleja fue investigada por «ir sin mangas», pero finalmente no fue sancionada.

Antònia Isern relató el curioso caso de la maestra María Montaner, quien fue docente en Alaró entre 1976 y 1984. Fue una gran innovadora en la educación infantil, destacándose por un acompañamiento respetuoso e individualizado. Finalmente, se retiró como monja de clausura a las Teresas de Palma. Tras una formación que la llevó a diversas ciudades europeas y a Jerusalén, llegó a la escuela pública de Alaró, donde aplicó técnicas inéditas en otros lugares de Mallorca: animales en el aula, pizarras a la altura de los alumnos, meditación… un cambio radical respecto al modelo educativo heredado de la escuela franquista.

Tras un breve refrigerio, llegó el turno de los dos castillos de Alaró, con un bloque moderado por Irene Calafat. Plàcid Pérez expuso aspectos relacionados con la guarnición, el armamento y las obras en el castillo durante los últimos años del reinado de Sanç (1311-1324). Detalló las dependencias del castillo y explicó que en la guarnición se debía tener en cuenta la presencia de seis perros.

El arqueólogo Gabriel Llodrà analizó los diferentes períodos que conforman la construcción del castillo y situó sus orígenes en el siglo VI después de Cristo. Con esquemas y fotografías, documentó a qué período corresponde cada uno de los restos conocidos.

Antoni Grimalt cambió de fortificación y se centró en Sa Bastida para explicar los restos de fauna encontrados en el yacimiento.

Durante la clausura, el alcalde, Llorenç Perelló, repasó todas las aportaciones realizadas y destacó la satisfacción de haber fomentado investigaciones que quizá nunca habrían salido a la luz.

Perelló también agradeció la labor de las 17 personas que presentaron las 13 ponencias. El presidente de Al Rum, Gabriel Campins, animó a mantener la celebración de estas jornadas. La próxima convocatoria está prevista para el año 2026, mientras que en 2025 se publicarán las comunicaciones presentadas este año.