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EL CUADERNO DE PEDRO PAN

Ana Belén, una deliciosa Julieta de 72 años

La actriz y cantante se subió al escenario del Teatre Principal con la obra 'Romeu y Julieta despiertan'

Sin dudarlo el reclamo era ver sobre las tablas a Ana Belén, un icono para varias generaciones de españoles y que atesora un enriquecedor trayecto a lomos del teatro, el cine, la televisión y la canción, mucha canción. Puesto que Sólo le pido a Dios fue uno de sus grandes éxitos, quiero recordar el paso de su autor, el argentino León Gieco, por la Sala Assaig de Palma en agosto de 2009. Personaje interesante con el que tuve la fortuna de hablar largo y tendido en un encuentro que me facilitó Roberto Menéndez. Bien. 

Dicho lo cual, volvamos a Ana Belén y al fin de semana 14-15 de octubre.  Se nos vino al Teatre Principal de Palma, para marcarse un Shakespeare. Al margen de posibles calidades, que las hubo, lo verdaderamente relevante fue encontrarnos en la intimidad del aforo esa deliciosa Julieta de 72 años

La idea de armar el texto alternativo Romeo y Julieta despiertan… venía rodando desde el año 2019, siendo José Luis Gómez su principal impulsor.  La pandemia se encargó de paralizar el proyecto, que finalmente se estrenó el pasado mes de abril, ocupando Ana Belén y el propio Gómez los papeles centrales. El texto lo firma el austríaco Eberhard Petschinka, que ya estaba en las reuniones de hace cuatro años con el encargo de crear el argumento. 

Por definición los papeles de Romeo y Julieta corresponden a adolescentes o cuando menos a intérpretes en edades cercanas. Pese a ello, la tentación de acercarse a estos papeles en edad madura nunca deja de estar ahí.

El 17 de octubre de 1999 el Ballet de Marsella puso en escena Romeo y Julieta, en el Auditórium de Palma encarnando a Julieta Marie-Claude Pietragalla, cuando ya había cumplido los 36 años. La Pietragalla venía de sustituir a Roland Petit en la dirección artística y dejando atrás su carrera estelar en el Ballet de la Ópera de París. Antes de alzarse el telón cundía el escepticismo sobre la bondad de la decisión, basada en el hecho de querer transmitir a sus pupilos la sensibilidad que le era reconocida, y nada menos que compartiendo escenario.

De inmediato pudimos comprobar que no se equivocaba. ¡Dios mío! Cuánta belleza nos transmitía su cuerpo en danza, elevándose del suelo como si fuera una pluma, haciendo gala de suavidad y elegancia en todos sus desplazamientos. Se identificó tanto, que en el acto primero era una jovial adolescente, mientras en el segundo el drama había rasgado su inocencia, transmitiéndonos un inmenso dolor en cada paso. 

Décadas antes, el 6 de octubre de 1972, en Estudio 1 de TVE, se emitió Romeo y Julieta y jugando el papel de ella una joven actriz, Ana Belén, que por aquellos días ya había cumplido los 21 años. Es decir, que se nos plantaba en las tablas del Principal medio siglo después, ya metida en los 72 años. Por cierto, muy bien llevados. Es una pena que no le acompañase José Luis Gómez (le sustituía el televisivo Jesús Noguero) porque llegaba coja la complicidad original, siendo la propuesta del propio Gómez quien solamente intervino en las funciones de estreno en el Teatro Español.

Dejando a un lado lo que diga la sinopsis, aquí en realidad solo cuenta el reto y para subrayarlo el texto escasamente seductor de Petschinka se limita a reproducir parte del texto original, con escapadas al despertar unos años después, ambos personajes envejecidos, y encima, Romeo ha perdido por completo la memoria. Si el texto era lo más frágil, al menos quedaba la excelente interpretación de ambos, mucha complicidad imagino como hilo conductor de la idea original, a lo que venía a sumarse la distribución de los secundarios empotrados en una pequeña banda, que va surtiendo pinceladas de música en el recorrido de los cien minutos que dura la representación.

Mención especial se merece José Luis Torrijo, sencillamente genial en su doble faceta de ama y padre. Todo ocurre, teniendo como testigo la cripta de los amantes de Verona. No en vano acaban de despertar y como sea que el texto es más bien flojo siempre nos queda paladear el buen hacer de Ana Belén y demás integrantes del reparto. Algo insuficiente para una parte del público, que opta por abandonar la sala. Una lástima en todo caso no haber podido presenciar el duelo escénico de dos monstruos de la escena como lo son, Ana Belén y José Luis Gómez. Otra vez será. O no.