El ‘okupa del Airbnb’ vuelve a asaltar otro piso de Sevilla y alquila las habitaciones a masajistas chinas
Lo ha vuelto a hacer. Francisco, el okupa del Airbnb, conocido por alquilar las habitaciones de los pisos que okupa a turistas en Sevilla, ha vuelto al ataque. En esta ocasión ha engañado a los propietarios de una vivienda y a la inmobiliaria que la alquilaba para que le dieran las llaves de la casa antes de firmar un contrato. El okupa de Airbnb sólo entregó la fianza del alquiler y en cuanto entró, cambió la cerradura y se ha vuelto a atrincherar en una nueva vivienda que ha okupado. En menos de una semana ya está, según los vecinos, alquilando el piso okupado a varias masajistas de origen asiático.
Su víctima, Lourdes, vive en Ayamonte (Huelva) pero posee este pequeño piso en el centro de Sevilla. Lourdes tuvo una inquilina durante 10 años y cuando se marchó, aprovechó para reformar la vivienda. Mientras la casa estaba siendo reformada, el okupa de Airbnb acudió a verla y le dijo que quería alquilar una de las habitaciones mientras acababa la reforma. No le importaban las obras.
Francisco el okupa pagó 270 euros de fianza del alquiler y consiguió que la inmobiliaria le entregara las llaves del piso mientras preparaban el contrato de alquiler. Cuando a los dos días la propietaria del piso fue a ver a Francisco con el contrato, este se negó a abrir la puerta.
Denuncia a los propietarios a la Policía
Lourdes ya no pudo recuperar su piso. Llamó al cerrajero y cuando éste intentó abrir la puerta, Francisco empezó a gritar que había un menor con él y que los propietarios del piso no podían entrar porque era su hogar. Además, el okupa de Airbnb llamó a la policía denunciando a los propietarios por allanamiento. A llegar, los agentes le dijeron que no podían entrar en la casa sin la orden de un juez y mandaron a los propietarios de vuelta a Huelva. «Cambió la cerradura, se ha quedado con el piso y encima lo alquila, dice que tiene un niño menor y que no puede entrar nadie. Lo que tiene es una cara durísima», se queja Lourdes amargamente.
El okupa le prometió a Lourdes que se iría antes de diciembre, pero ahora le dice que no puede marcharse hasta el mes de enero. Entretanto está, según los vecinos, alquilando habitaciones a turistas y a unas masajistas de origen chino. «Le pusimos la denuncia y a los tres días los vecinos nos dijeron que se había presentado una pareja de chinos con unas maletas enormes», cuenta Lourdes. Es el mismo modus operandi que siempre aplica este okupa que se las sabe todas.
El historial del okupa
Francisco, el okupa del Airbnb de Sevilla sabe muy bien lo que hace y Lourdes no es su primera víctima. Su historial se remonta a antes de la epidemia del Covid en Sevilla.
En esas fechas se coló en un piso de la calle Monsalves de la capital andaluza. Tardaron años en desahuciarle, pero justo el día antes del lanzamiento, okupó el piso frente al anterior. Cruzó el rellano y se metió en el piso de Laura, una enferma de Parkinson que vivía en Málaga y residía en su piso de Sevilla todas las semanas para recibir tratamiento en el hospital cercano.
Francisco okupó la casa de Laura desde el 26 de noviembre de 2022 hasta el 26 de octubre de 2024, un total de 702 días, antes de ser desalojado de nuevo. Durante ese tiempo, el okupa del Airbnb, estuvo alquilando las habitaciones a turistas que visitaban Sevilla a través de esa plataforma de alquileres. Así se ganó su apodo de el okupa de Airbnb.
Detenido en octubre por okupar otra casa
Tras desalojarle de la casa de Laura, el okupa volvió a la carga y un día después le detuvo la Policía Local de Sevilla acusado de un delito de usurpación tras meterse en una vivienda turística del centro de la capital andaluza. También le acusaron de desobediencia y resistencia a la autoridad.
La tercera vivienda que iba a okupar estaba en la misma calle Monsalves de Sevilla. Los turistas llegaron al piso y se encontraron al okupa de Airbnb en su interior y ya había cambiado la cerradura. Otra vez volvió a esgrimir que él tenía las escrituras de la casa para enredar a los policías e intentó que detuvieran a los legítimos dueños acusándolo de coacciones.
En esa ocasión la Policía no le creyó y lo detuvo. Fue el pasado mes de octubre y sólo una semana después, el 4 de noviembre de 2024, el okupa se metió en casa de Laura. Es la cuarta casa que se queda el okupa del Airbnb que lleva más de tres años viviendo a costa de los demás. Ahora, alargará el proceso judicial todo lo que pueda y cuando esté a punto de resolverse, se declarará vulnerable, retrasando aún más el desahucio.
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