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Cómo afectan los tratamientos oncológicos al corazón

Según datos recopilados por la Red Española de Registros de Cáncer (REDECAN), se estima que el número de cánceres diagnosticados en España en 2023 alcance los 279.260 casos. Por tanto, a tenor de estas cifras podemos afirmar que es una de las principales causas de morbi-mortalidad en nuestro país.

La incidencia de esta enfermedad responde a diferentes causas, algunas de ellas por el aumento de la población, así como el envejecimiento de la misma y la exposición a factores de riesgo como el tabaco, la mala alimentación, la obesidad y el sedentarismo, entre otras, o la asociación del cáncer con otras patologías como pueden ser las enfermedades cardiovasculares.

«El cáncer y las enfermedades cardiovasculares comparten muchos factores de riesgo como el tabaco, la alimentación, el sobrepeso, la falta de ejercicio físico, el consumo de alcohol y la edad avanzada», explica Dra. Teresa Blasco, especialista en cardiología oncológica en el Hospital Quirónsalud Zaragoza.

Detalla también que, además, hay que tener en cuenta que la incidencia del cáncer está asociado a la edad avanzada. «Un momento en el que también son más prevalentes los factores de riesgo y las enfermedades cardiovasculares, de forma que con frecuencia pueden coexistir en el mismo paciente», comenta la Dra. Blasco.

Finalmente, destaca, hay tratamientos oncológicos cada vez más eficaces, pero que no están exentos de efectos secundarios y de potenciales efectos nocivos sobre el corazón. Sobre ello, destaca, se han descrito distintas formas de cardiotoxicidad, «desde la aparición de disfunción ventricular con síntomas de insuficiencia cardiaca, así como el desarrollo de hipertensión arterial, aparición de arritmias, problemas coronarios, trombosis arteriales, miocarditis, pericarditis, etc.»

El riesgo de cardiotoxicidad leve en un 31,6% de los casos

Dra. Teresa Blasco, especialista en cardiología oncológica en el Hospital Quirónsalud Zaragoza.

No obstante, aclara la Dra. Blascos que «no todas las terapias oncológicas son cardiotóxicas, ya que depende de la dosis y duración del tratamiento, del uso de combinaciones de diferentes terapias y del riesgo cardiovascular del paciente». Basándose en el registro CARDIOTOX, la especialista explica que se aprecia cardiotoxicidad en el 37,5% de los pacientes, la mayor parte de ellos de grado leve (31,6%), sólo el 2,8% de grado moderado y el 3,1 % de grado severo.

«En los grados leves y moderados no se aprecia un aumento de la mortalidad y no hubo que suspender el tratamiento oncológico. En los grados severos sí que se aprecia aumento del riesgo de hospitalización o de muerte de origen cardiovascular y de forma consensuada con Oncología se valora la retirada del tratamiento oncológico», añade.

Además, como el cáncer y las enfermedades cardiovasculares pueden coexistir en un mismo paciente, la Dra. Blasco recomienda realizar una estratificación del riesgo de cardiotoxicidad por las Unidades de Oncología/Hematología y Cardiología (Unidades de Cardiología). «Así podemos identificar a pacientes de mayor riesgo de toxicidad y, por tanto, realizaremos un seguimiento más estrecho y utilizaremos terapias más adecuadas a su riesgo», comenta.

Abstinencia de tabaco y alcohol, buena alimentación y ejercicio

Por supuesto, insiste la Dra. Blasco, es imprescindible controlar los factores de riesgo cardiovascular, aunque también detalla la importancia de «controlar, diagnosticar y tratar de forma adecuada aquellas enfermedades cardiovasculares ya presentes previamente en el paciente con el fin de evitar el desarrollo de cardiotoxicidad».

Es fundamental promover la «Abstinencia de tabaco y alcohol, el buen control de la hipertensión arterial, de la diabetes y de la hipercolesterolemia. Cuanto más controlados, menos probabilidad de cardiotoxicidad». A lo que, además, debemos sumar, según la especialista de Quirónsalud Zaragoza, «una alimentación cardiosaludable, como la dieta mediterránea, evitando el sobrepeso». Recomienda también «la realización de ejercicio físico de forma regular de moderada intensidad o adecuado a cada paciente, al menos durante 30 minutos y cinco días a la semana».

Trabajos de control cuando se ha diagnosticado el cáncer

Si a un paciente con enfermedades cardiovasculares se le diagnostica un cáncer, es importante que haya un control lo más detallado posible del estado de las patologías con las que va a convivir la enfermedad oncológica. «Tenemos que intentar que la enfermedad cardiovascular esté lo mejor diagnosticada y tratada posible antes del inicio de cualquier tratamiento», explica.

Tras ello, junto con los especialistas oncológicos, se elegirá «el régimen terapéutico más adecuado en función de su eficacia y riesgo», y, además, se hará un seguimiento estrecho durante el tratamiento oncológico para «detectar de forma precoz la cardiotoxicidad y, de este modo, evitar que evolucione a una toxicidad mayor que obligue a la suspensión del tratamiento».

Seguimiento estrecho durante el tratamiento oncológico

Ante el escenario anteriormente expuesto, es importante llevar a cabo pruebas médicas antes de poner en marcha cualquier tratamiento oncológico potencialmente cardiotoxico.

«Inicialmente, el paciente se remite a la Unidad de Cardiología para valoración del riesgo. Se realizará un electrocardiograma y un análisis de sangre con biomarcadores de toxicidad cardiaca y ecocardiograma», explica la Dra. Blasco. «Generalmente en pacientes de riesgo leve/moderado se realizan revisiones cada tres meses con analítica y ecocardiograma. En pacientes de riesgo alto riesgo, las revisiones se individualizan, pero pueden ser mensuales o bimestrales», apunta.

¿Qué pasa si se detecta posible cardiotoxicidad durante el tratamiento?

Si durante el tratamiento contra el cáncer se detecta cardiotoxicidad, se procederá dependiendo del nivel. «Si es leve/moderada, se pauta tratamiento cardioprotector con betabloqueantes, inhibidores de la ECA, estatinas), se continúa con la terapia oncológica y se intensifica el seguimiento en los casos moderados», explica la especialista.

Sin embargo, en caso de cardiotoxicidad severa, «se suspende la terapia oncológica y se inicia el tratamiento cardiovascular oportuno, bien ingresado o en ambulatorio; aunque en algunos casos también se precisa de más estudios cardiológicos como resonancia cardiaca o coronariografías».