Elecciones Generales 2015

Los cuatro pierden, Rajoy gana

Los cuatro pierden, Rajoy gana
Los cuatro participantes en el debate posan antes de que comiencen las hostilidades. (Foto: EFE)

El número 1 del Partido Popular no tenía nada que ganar y sí mucho que perder y por eso decidió no presentarse en una contienda decisiva por cuanto estaban los representantes de los cuatro partidos con opciones reales de conquistar o mantener La Moncloa. El escaso nivel de los cuatro participantes (Soraya Sáenz de Santamaría, Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias) agigantó indirectamente la figura del gallego, que presenció el especial de Atresmedia desde el Palacio de Doñana.

Fue imposible dilucidar quién se llevó el gato al agua porque no hubo ese KO a la vicepresidenta que todos esperaban. Pedro Sánchez empezó siendo el peor pero fue a más y terminó convirtiéndose en el mejor, con un minuto final antológico. Sin embargo, su primera hora y cuarto le negó la victoria. Soraya fue más Soraya que nunca: no erró en nada pero tampoco destacó en ninguno de los pasajes de dos horas y cuarto para la historia. Albert Rivera estuvo formidable en el fondo (especialísimamente al abordar el segundo asunto que más preocupa a los españoles, la corrupción) pero mal en las formas, con un nerviosismo permanente que le jugó malas pasadas en la comunicación no verbal. Y Pablo Iglesias no se apeó del mismo guión de hace dos años: los desahucios, las puertas giratorias, los pobres, la corrupción ajena y tres o cuatro lugares comunes más. Eso sí: propuestas, prácticamente ninguna. Su doble metedura de pata al referirse a la segunda mayor auditora del mundo, el gigante PricewaterhouseCoopers, provocó la hilaridad en las redes sociales.

Item más: ninguno de los cuatro se sacó un as de la manga, un conejo de la chistera, una propuesta epatante, que hubiera decantado el debate de su lado. Hubo mucha crítica mutua pero pocas propuestas y todas ellas ya sabidas. Y lo que quedó meridiamente claro es que en política, como todo en la vida, la experiencia es la madre de la ciencia, que diría aquél. De repente, hemos jubilado a toda una generación olvidando que en la mayor parte de los países europeos no se llega a la Presidencia de la República o al cargo de primer ministro antes de los 45 ó 50.

«¡Hablar es fácil, gobernar es muy difícil!»

La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría sacó pecho frente a sus contrincantes en el debate de la gestión que su partido ha hecho en los últimos cuatro años. «¡Hablar es fácil, gobernar es muy difícil» o «¡Cómo se nota que no estaban aquí hace cuatro años», fueron las frases que Sáenz de Santamaría ha proferido a Pedro Sánchez (PSOE), Albert Rivera (Ciudadanos) y Pablo Iglesias (Podemos) para sacar pecho por las medidas económicas y, de paso, recordarles la herencia recibida.

«Hay gobiernos de gastar y deber y hay gobiernos de pagar», le reprochó a Sánchez, quien acusó a la popular de mentir en materia de impuestos y proponer a la vez una subida de 1.000 euros al salario mínimo interprofesional (SMI). «Hemos creado empleo, podemos discutir de qué calidad, pero hemos creado empleo», alzó la voz Sáenz de Santamaría que fue la que menos interrumpió los turnos de sus compañeros.

«¡Monedero, paga!»

Sin embargo, la mano derecha de Rajoy sufrió las embestidas de sus rivales en materia de corrupción. Asunto nada baladí para el PP. «En su partido ha habido gente que no ha pagado los impuestos y no digo que sea un partido de defraudadores», le dijo Santamaría a Iglesias en referencia a Juan Carlos Monedero. El líder de Podemos le siguió recordando el ‘caso Gürtel’, los pagos de la sede del PP e, incluso, el «Luis, sé fuerte» que Rajoy envió al ex tesorero del partido Luis Bárcenas. Sáenz de Santamaría no se dio por vencida y gritó interrumpiendo el discurso de Iglesias: «¡Monedero, paga!». Salió de golpe el fuerte carácter de la vallisoletana.

«Ante los casos de corrupción, nos indignamos y nos avergonzamos pero como Gobierno tomamos medidas. No podemos garantizar que en ningún partido haya más casos de corrupción, pero que se investigue le toque a quien le toque y que no haya impunidad», dijo la popular. A lo que iglesias le respondía atacando: «Señora Soraya, la policía estuvo 20 horas registrando la sede de su partido. Hicieron desaparecer el registro de visitas de las personas que entraban en su partido… respete mi turno que no le acuso de estar en ningún caso de corrupción… Han hecho leyes de amnistía fiscal, han recibido al señor Rato en el despacho de Interior. Deberían de pedir perdón. Es una forma de Gobierno que se traduce en que hay ciudadanos que no puedan comprar material escolar a sus hijos», aseveró el líder de Podemos.

La ausencia de Mariano Rajoy en este debate también pasó factura a la vicepresidenta del Gobierno que salió airosa de las primeras críticas señalando: «Somos un equipo. No es un proyecto personalista y cualquiera del equipo puede venir a explicarlo».

Nueva política vs vieja política 

Los tres candidatos a La Moncloa, a excepción de Soraya, intentaron venderse como los adalides de la nueva política frente a la vieja (el PP). Así, Sánchez en su alegato final sostuvo varias veces: «Solo si gana el PSOE, saldrá Rajoy de La Moncloa. El único partido para liderar el cambio es el PSOE»; por su parte Pablo Iglesias recriminó a Rivera sus pactos con los socialistas en Andalucía y con los populares en Madrid: «Pensaba que queríais ser de la nueva política pero os habéis quedado con la vieja».

«La vieja política no puede iniciar una nueva etapa política», salía en defensa el cabeza de lista Ciudadanos. El matiz importante fue que tanto el líder de Ciudadanos, como el de Podemos, metieron al PSOE en el mismo saco de partido viejo extendiendo su crítica a los últimos 20 años.

Otro de los asuntos clave en este debate fue el tema de los pactos post electorales. La vicepresidenta del Gobierno reiteró el mensaje de Rajoy en campaña defendiendo que tras las elecciones generales del 20 de diciembre, gobierne la lista más votada ante la posibilidad de que PSOE, Ciudadanos y Podemos acuerden «un tripartito de perdedores» para desbancar al PP.

«Les oigo hablar de bipartidismo. Ojo, no sea que la sustitución del bipartidismo sea un tripartito de perdedores. Nunca ha funcionado bien en ningún lugar de España», advirtió Sáenz de Santamaría a Podemos y Ciudadanos.

Por su parte, Rivera anunció que, si gobierna, abrirá su Gobierno a la «incorporación de gente de otros partidos, del PP y el PSOE» y ha defendido que el partido más votado es el que debe formar gobierno y que «desde la centralidad, no desde los extremos, es más fácil poner a la gente de acuerdo».

El líder de Podemos y el del PSOE se fueron por las ramas al no dar una contestación exacta y Rivera les recriminó por ello que «no se van a mojar».

El problema catalán también ocupó parte del debate donde los cuatro candidatos expusieron sus posiciones ya conocidas. Rivera se vendió como garantía frente al independentismo; Sáenz de Santamaría explicó que nada hay por encima de la Constitución, la unidad de España y la Ley; Sánchez defendió una reforma constitucional como solución al problema e Iglesias, en sintonía con los independentistas, expuso su ya conocido referéndum vinculante para que los catalanes decidan.

El líder de Podemos cometió un error garrafal al utilizar como referencia el referéndum celebrado en la Transición en Andalucía, que según él «sirvió para decidir si esta comunidad seguía en España». En realidad, aquella consulta fue para decidir qué vía de autonomía seguía Andalucía y no su permanencia.

Entre los candidatos sólo hubo consenso a la hora de recalcar la necesidad de un gran pacto de Estado por la Educación y contra la violencia de género. Aquí los candidatos se pusieron serios y, sin fisuras, aseguraron que es un tema de calado y hay que entre todos hay que ponerle freno.

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