El pueblo más bonito de Navarra y su majestuoso Palacio Real: un destino lleno de sorpresas
Durante la Edad Media, fue la capital del Reino de Navarra
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Al llegar a Olite, lo primero que se distingue es la silueta majestuosa del Palacio Real, que parece sacado de un cuento. Este castillo, construido por Carlos III de Navarra a finales del siglo XIV, simbolizaba la grandeza y el refinamiento de su época. Originario de las cercanías de París, Carlos infundióen el palacio un estilo gótico francés, transformándolo en un referente arquitectónico en Europa. Situado sobre un cerro, junto al río Cidacos, el castillo ocupa una porción significativa del casco urbano, lo que resalta su importancia tanto en la defensa como en la vida cotidiana medieval.
El interior del Palacio es un recorrido visual que revela una rica fusión de estilos, con elementos góticos y renacentistas que coexisten armoniosamente. Algunas de sus estancias han sido adaptadas como Parador de Turismo, mientras que otras conservan su valor histórico. Junto al palacio, la Iglesia de Santa María la Real, un impresionante edificio gótico, destaca por su elaborada portada y su impresionante retablo renacentista. El casco antiguo de Olite, con sus calles empedradas y viviendas nobles, invita a un viaje al pasado. En la Plaza Carlos III, el bullicio de las terrazas y la arquitectura medieval crean un ambiente encantador, reflejando la riqueza cultural y histórica de la localidad.
Olite, el pueblo más bonito de Navarra
Olite tiene una historia fascinante que se remonta a tiempos antiguos. Inicialmente habitado por tribus íberas, su ubicación estratégica facilitó el asentamiento en la región. Posteriormente, los romanos establecieron un campamento militar que evolucionó hacia una villa, dejando tras de sí vestigios visibles, como las ruinas de la muralla romana que protegía la ciudad.
Durante la Edad Media, Olite se consolidó como la capital del Reino de Navarra, convirtiéndose en un destacado centro político y administrativo desde el siglo IX. El Palacio Real, edificado por Carlos III de Navarra en el siglo XIV, se erige como uno de los ejemplos más sobresalientes de la arquitectura gótica en Europa.
Éste impresionante castillo, con su distintivo perfil y torres, no sólo fue residencia real, sino también un centro cultural donde se celebraban festividades importantes. A lo largo de su historia, Olite vivió numerosos acontecimientos, incluyendo la Guerra de los Cien Años, pero fue en el siglo XVI cuando alcanzó un notable florecimiento cultural y comercial.
En el siglo XIX, Olite experimentó cambios significativos debido a la invasión napoleónica y la guerra civil, aunque supo recuperarse de los mismos. En la actualidad, el Palacio Real es uno de los principales atractivos turísticos del norte de España, y el casco antiguo mantiene su estructura medieval, con calles empedradas y monumentos históricos como la Iglesia de Santa María la Real y la Torre de San Pedro. Olite, con su rica historia y modernidad, sigue siendo un destino que refleja la evolución de Navarra.
Lugares de interés
Olite destaca por su rica herencia histórica y cultural, ofreciendo a los visitantes una variedad de lugares de interés. Uno de sus principales atractivos es el Palacio Real de Olite, considerado uno de los castillos más impresionantes de Europa.
Construido en el siglo XIV bajo el mandato de Carlos III de Navarra, este palacio gótico es conocido por sus torres esbeltas y muros almenados, que proporcionan un vistazo fascinante a la vida de la nobleza navarra. Los visitantes pueden disfrutar de sus bellos jardines, conocer las estancias decoradas y subir a las torres para contemplar las vistas panorámicas que rodean la localidad. Además, el palacio alberga exposiciones que narran la historia de la corte navarra.
Otro punto de interés es la Iglesia de Santa María la Real, situada a pocos pasos del palacio. Este templo gótico impresiona por su fachada ornamentada y sus esculturas detalladas. Al entrar, los visitantes quedan cautivados por las altas bóvedas y la majestuosidad de su interior, donde destaca el retablo renacentista que representa escenas clave de la vida de Cristo y la Virgen.
La Torre de San Pedro, un emblemático vestigio del siglo XII, es otro monumento que no se debe pasar por alto. El casco antiguo es un verdadero laberinto de calles estrechas y empedradas que conserva la esencia medieval del lugar. Pasear por estas calles permite descubrir casas nobles con escudos heráldicos y vestigios de la antigua muralla. Cada rincón es una invitación a retroceder en el tiempo, explorando la rica arquitectura que narra la historia de la localidad.
Finalmente, el Museo del Vino de Navarra, cercano al casco antiguo, rinde homenaje a la tradición vitivinícola de la región. En este espacio, los visitantes pueden aprender sobre la historia del vino en Navarra y participar en catas que permiten degustar algunos de los mejores caldos de la zona.
En cuanto a la gastronomía de Olite, es un atractivo adicional que no se puede ignorar. Los restaurantes y bares del pueblo ofrecen una variedad de platos tradicionales, como el cordero al chilindrón y las pochas con almejas, que se pueden acompañar con un vino local