El pueblo de Huesca que ha enamorado a Almeida y Teresa Urquijo: perfecto para desconectar este verano
Ansó, en el Pirineo aragonés, ha sido el refugio perfecto para José Luis Martínez-Almeida y Teresa Urquijo
Este recóndito lugar con grutas y acantilados es la playa más bonita de Canarias, pero recibe muy pocos turistas
Poca gente lo sabe, pero es una de las mejores playas vírgenes de España y está al lado de una cueva única en Europa


Ansó, uno de los pueblos más bonitos del Pirineo aragonés, es quizás uno de los destinos más recomendados para este verano, especialmente después de que meses atrás fuera el refugio de José Luis Martínez-Almeida y Teresa Urquijo, quienes acaban de convertirse en padres. El alcalde de Madrid y su mujer disfrutaron de una escapada invernal a este rincón del Valle de Hecho, del que salieron completamente enamorados. Y ahora, en pleno verano, el lugar cobra aún más sentido para quienes buscan lo mismo que ellos: desconectar, respirar aire puro y dejar atrás las prisas.
Ubicado al norte de la provincia de Huesca, cerca de la frontera con Francia, Ansó parece ajeno al paso del tiempo. Pasear por sus calles es recorrer siglos de historia entre paredes de piedra y ventanas con flores. Un entorno natural espectacular, una arquitectura única y una comunidad que conserva sus tradiciones lo convierten en ese tipo de lugares que merece la pena visitar, al menos una vez en la vida. Y si además es el sitio de referencia de uno de los políticos más queridos, interés crece todavía más.
Recordemos además que el viaje de Almeida y Urquijo a Ansó fue, en cierto modo, su última escapada a solas antes de que naciera su primer hijo. El pequeño Lucas llegó al mundo el pasado 3 de julio, y aunque la pareja ha sido muy discreta con su vida personal, no han ocultado la conexión emocional que tienen con este pueblo y de hecho, se publicaron en redes varias fotos en las que les vimos felices posando junto a una estampa nevada ideal y que contrasta con la actual en la que el verde lo inunda todo.
El pueblo de Huesca que enamoró a Almeida y Teresa Urquijo
Declarado Conjunto Histórico-Artístico, Ansó conserva una arquitectura tradicional impresionante. Las casas se construyen con piedra de la zona, tejados inclinados para soportar la nieve y chimeneas troncocónicas rematadas con espantabrujas, elementos típicos del Pirineo aragonés. Las calles estrechas, los arcos y los detalles tallados en madera transportan a otra época.
Pero lo que de verdad enamora es la sensación de calma. Aquí no hay atascos, no hay ruido, no hay prisas. Lo único que tienes es tiempo. Tiempo para caminar sin rumbo, para hablar con los vecinos, para saborear el pan recién hecho. De hecho, la panadería Mendiara, uno de los rincones que más gustó a Almeida, es un buen punto de partida para empezar el día. «Cualquiera que vaya a los Pirineos tiene que pasar por ella. Es un sitio extraordinario», ha dicho el alcalde.
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Naturaleza en estado puro y rutas para todos los niveles
El entorno de Ansó es privilegiado. Forma parte del Parque Natural de los Valles Occidentales y está rodeado de bosques, barrancos y montañas que invitan a la aventura suave. Una de las rutas más recomendadas (y también la que hicieron Almeida y sus amigos) es la que conduce al Ibón de Estanés, un precioso lago de origen glaciar a más de 1.700 metros de altitud. El camino, sin ser demasiado exigente, ofrece vistas espectaculares y el frescor que muchos buscan en plena ola de calor.
Para quienes prefieren un plan más tranquilo, el simple hecho de sentarse en una terraza con vistas al valle, leer un libro o pasear junto al río Veral ya es en sí una terapia de desconexión. También hay pequeñas ermitas, miradores naturales y actividades como la observación de aves, que atrae cada vez a más visitantes.
Un destino perfecto para este verano
¿Qué tiene Ansó que no tengan otros destinos? Quizá lo que más valore el visitante sea su autenticidad. No es un pueblo adaptado al turismo masivo, sino un lugar que ha sabido conservar su alma. Además, en agosto se celebra la famosa Fiesta del Traje Ansotano, una cita en la que los vecinos lucen con orgullo los trajes típicos que han pasado de generación en generación.
El alojamiento, aunque limitado, es de calidad y muy acogedor. Hay casas rurales, pequeños hoteles con encanto y apartamentos que permiten disfrutar del entorno sin renunciar a la comodidad. La gastronomía, basada en productos locales, también es uno de sus grandes atractivos: cordero del valle, quesos artesanos, setas, truchas del río…
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Y si todo esto no fuera suficiente, Ansó está muy bien comunicado. Se puede llegar fácilmente en coche desde Jaca o desde Huesca, y aunque está en plena montaña, el acceso es sencillo. Lo difícil es marcharse.
En resumen, Ansó no es solo un pueblo bonito. Es un lugar para respirar, para parar, para reconectar. Por eso vuelve quien lo conoce. Y por eso lo recomiendan quienes, como Almeida y Teresa Urquijo, lo han vivido como un refugio real.