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Parece Harry Potter, pero está en Galicia y es uno de los templos más espectaculares e inclasificables de España

En Galicia, tierra de pazos, monasterios y santuarios centenarios, existe un edificio que ha sido reconocido entre los templos más espectaculares del país. Su aspecto monumental recuerda a escenarios de la película de Harry Potter, con formas que parecen inspiradas en los castillos europeos. Y mucho más allá de su apariencia, se trata de una obra que condensa siglos de tradiciones.

A medio camino entre la realidad y la fantasía, su presencia impone respeto y curiosidad. La mezcla de estilos y su composición volumétrica despiertan la imaginación de quien la contempla, pues su diseño resulta difícil de encasillar. Lo cierto es que su origen y su carga simbólica la han convertido en una de las edificaciones más emblemáticas del noroeste peninsular.

Parece Hogwarts: así es uno de los templos más espectaculares de España

Este singular edificio es el Templo de la Veracruz de O Carballiño, en la provincia de Orense. Se trata de una iglesia católica concebida por el arquitecto gallego Antonio Palacios en 1942, uno de los grandes nombres de la arquitectura española del siglo XX.

La obra fue impulsada por el párroco Luciano Evaristo Vaamonde da Cortiña con el apoyo de los vecinos, quienes participaron en su financiación y en las labores de construcción.

Las obras comenzaron en 1943 bajo la dirección del maestro cantero Adolfo Otero Landeiro, que empleó granito y pizarra de la comarca. Tras el fallecimiento de Palacios, el proyecto fue continuado por artesanos locales que respetaron la idea original.

A pesar de las dificultades económicas, el templo fue consagrado el 17 de septiembre de 1952, coincidiendo con la festividad de San Cibrán, patrón del municipio. La torre, de 52 metros de altura, se completó finalmente en 1957.

Una obra inclasificable

El Templo de la Veracruz destaca por su mezcla de influencias y su lenguaje arquitectónico poco convencional. Su estructura combina elementos de castillos, catedrales y monasterios gallegos, con una torre central que domina el conjunto. A simple vista, su apariencia recuerda a los escenarios de Harry Potter, pero su origen es puramente gallego.

El historiador Felipe Senén Gómez definió la obra de Palacios como «una suma teológica de la arquitectura histórica de Galicia», en la que se integran referencias del Camino de Santiago, de la arquitectura inglesa y de la Escuela Vienesa. Esta combinación de estilos, unida al uso del granito autóctono, crea un edificio monumental y simbólico que desafía las etiquetas tradicionales.

El templo se convirtió rápidamente en un emblema de O Carballiño, no solo por su aspecto, sino por lo que representa: la unión entre arte, fe y esfuerzo colectivo. Su interior y exterior están llenos de detalles escultóricos, como el arco parabólico con los Doce Apóstoles, obra añadida a finales de la década de 1950 por el cantero Xesús González.

La visión de Antonio Palacios, autor de uno de los templos más espectaculares de Galicia

Antonio Palacios dejó en Galicia un legado que combina tradición y modernidad. Antes de levantar el Templo de la Veracruz, había diseñado el Templo Votivo del Mar de Panxón, en Nigrán, con el que comparte numerosos rasgos formales. Ambos proyectos reflejan su interés por reinterpretar el pasado arquitectónico gallego a través de un lenguaje expresivo y simbólico.

En sus obras religiosas se repiten ciertos elementos característicos:

El arquitecto pretendía convertir O Carballiño en un destino de peregrinación y diseñó incluso un plan urbanístico para reforzar esa idea, aunque no llegó a ejecutarse. Aun así, su visión se mantuvo viva en la monumentalidad del templo, que hoy continúa siendo un referente de su obra.

El templo de la Veracruz, símbolo de una comunidad

Más allá de su valor arquitectónico, el Templo de la Veracruz es un testimonio del esfuerzo colectivo de un pueblo. La comunidad de O Carballiño colaboró activamente en la financiación y en la ejecución de los trabajos, superando múltiples dificultades económicas durante las décadas de 1940 y 1950.

El edificio fue declarado Bien de Interés Cultural, y su silueta domina el perfil urbano de la villa. La torre, cerrada al público, se ha convertido en un símbolo reconocible, tanto para los habitantes locales como para los visitantes que llegan atraídos por su historia y su estética.

Con el paso del tiempo, el templo ha trascendido su función religiosa para convertirse en un icono cultural. Su mezcla de estilos, su monumentalidad y su origen vecinal lo colocan entre los templos más espectaculares de España, una obra que combina la espiritualidad gallega con la imaginación de su creador.