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El renacimiento de los vinilos genera una nueva era de coleccionismo y cultura

  • Nacho Grosso
  • Cádiz (1973) Redactor y editor especializado en tecnología. Escribiendo profesionalmente desde 2017 para medios de difusión y blogs en español.

En la era del streaming, los vinilos han conseguido resurgir como objetos de culto, trascendiendo su mera función de reproducir música. Para muchos, se han convertido en símbolos culturales que evocan nostalgia, autenticidad y una conexión más íntima con el sonido. Además, las portadas de los discos, en muchos casos verdaderas obras de arte, han jugado un papel clave en este renacimiento.

El vinilo ofrece una experiencia auditiva diferente y se ha consolidado como un puente entre generaciones. Los nostálgicos recuerdan con cariño los tiempos en que compraban sus discos favoritos, mientras que las nuevas generaciones encuentran en este formato un valor estético y sensorial que el mundo digital difícilmente puede replicar.

Los DJs en la cultura de los vinilos

Uno de los factores clave en la longevidad del vinilo es su relevancia en el mundo del DJing. Aunque la tecnología digital ha revolucionado la producción y mezcla de música, muchos DJs siguen recurriendo a los tocadiscos como una forma de rendir homenaje a las raíces de su arte. Pioneer DJ, por ejemplo, ha sido un pilar en este resurgimiento, diseñando tocadiscos que combinan lo mejor de la tecnología moderna con el legado del sonido analógico.

El vinilo ofrece a los DJs una experiencia única que no solo se trata del sonido, sino también de la técnica y la creatividad. El scratching, el beatmatching y la mezcla en directo son técnicas tradicionales que muchos DJs actuales continúan practicando para honrar la historia de la música electrónica.

Las portadas son arte visual de culto

Una de las características más atractivas del vinilo, que ha ayudado a mantener su popularidad, son sus portadas. A lo largo del siglo XX, las cubiertas de los discos se convirtieron en iconos culturales por derecho propio, representando tanto la música que contenían como una declaración visual del espíritu de su época. Algunas portadas han dejado una huella imborrable, como la icónica «Abbey Road» de The Beatles, con los integrantes del grupo cruzando la calle, o «Dark Side of the Moon» de Pink Floyd, cuyo diseño minimalista ha sido replicado hasta la saciedad.

El caso español de la censura

Durante la dictadura franquista en España, varias portadas de discos fueron censuradas o modificadas para adaptarse a las normas morales y políticas del régimen. Las autoridades consideraban que algunas imágenes eran inmorales, políticamente subversivas o simplemente inapropiadas para el público español de la época.

Por ejemplo, la portada original de «Sticky Fingers», diseñada por Andy Warhol, mostraba una fotografía cercana de la entrepierna de un hombre con un pantalón vaquero ajustado, que incluso tenía una cremallera real en algunas ediciones. En España, esta imagen fue considerada demasiado provocadora, y se sustituyó por una portada con la imagen de unos dedos saliendo de una lata de melaza que simula ser sangre. Esta versión censurada es una rareza y muy apreciada por los coleccionistas hoy en día, y resulta además más impactante que la primera.

La portada original del disco «The Man Who Sold the World», de 1970, mostraba a David Bowie con un vestido largo y que fue considerado ofensivo además no acorde con la moral de la época en España. Como resultado, la portada fue modificada por una ilustración del rostro de Bowie, evitando cualquier referencia a la vestimenta femenina.

Estos vinilos, más allá de su valor musical, han sido objeto de deseo entre coleccionistas precisamente por sus portadas, que capturan la esencia de la cultura pop de su tiempo. Hoy en día, las ediciones especiales y reediciones mantienen viva esta tradición, ofreciendo portadas creativas que se convierten en el principal reclamo para muchos compradores.

El resurgir de los vinilos en las nuevas generaciones

Lo que en un principio parecía una moda pasajera, se ha consolidado como una tendencia establecida. Los vinilos han conseguido crear una comunidad que trasciende a los coleccionistas de antaño. Las ferias de discos, los eventos en clubes donde solo se utiliza música en vinilo y la creciente oferta de tocadiscos de alta gama, como los de Pioneer DJ, han permitido que más personas descubran o redescubran este formato.

Los sellos discográficos han respondido lanzando reediciones de clásicos y ediciones limitadas de discos contemporáneos. Estos lanzamientos no solo atienden a los nostálgicos, sino que también llaman la atención de jóvenes oyentes que valoran tanto la calidad del sonido analógico como la estética única de las portadas.

Un formato inmortal

A pesar de los avances tecnológicos en la música digital, los vinilos siguen vivos gracias a su autenticidad, la dedicación de los DJs y la importancia que sus portadas han tenido como símbolos visuales. El vinilo es mucho más que una forma de escuchar música, es un viaje emocional y cultural que conecta el pasado con el presente, y todo indica que seguirá siendo parte de la música durante mucho tiempo.

Este regreso, impulsado en gran parte por los DJs y la demanda de ediciones especiales, demuestra que el vinilo tiene un lugar asegurado en la historia de la música. Un formato fuerte que ha logrado resistir al impulso del CD y, posteriormente, de la música, exclusivamente en formato digital e intangible.