La pandemia dispara las desapariciones estas semanas: «Suelen ser personas vulnerables»

La pandemia del coronavirus acarrea otra dramática consecuencia: las desapariciones de personas. A pesar de que durante los meses de confinamiento estricto en todo el país estos sucesos se paralizaron por completo, en las últimas semanas y meses las asociaciones de familiares de este tipo de víctimas reconocen que están registrando muchos más casos.

Francisco, director de colegio de 57 años, encontrado tras un intento de suicidio en Valdemoro. Mayte, cordobesa de 27 años, fue hallada sin vida en Rivas Vaciamadrid cuatro días antes. Tomás, de 58, fue localizado muerto en un pueblo de León. Juan, anciano de 79 años con alzheimer, fue encontrado fallecido en Lérida tras días de búsqueda. Una consulta en la hemeroteca de las últimas semanas destapa esta trágica realidad con decenas de casos que saltan a la prensa, a los que hay que sumar los que no llegan a tener repercusión mediática.

Joaquín Amills es presidente de la asociación SOS desaparecidos y confirma que están contabilizando estadísticas récord, sobre todo en lo referente al sector de personas vulnerables. «Es lo que más nos está preocupando. Hablamos de personas más de 65 años, con demencia senil, alzheimer, problemas físicos, deterioro de la salud mental, depresiones, que su estado de salud los convierte en vulnerables», explica en declaraciones a OKDIARIO.

Expone que «este año entre personas mayores de más de 65 años ha habido un 54% menos de denuncias de desapariciones, lógico por el confinamiento. Pero, sin embargo, el porcentaje de denuncias que siguen activas, personas que no han sido encontradas, es un 275% mayor». «Algo que, en principio, parece una huida voluntaria, inmediatamente después, al ver que es una persona vulnerable, se cataloga de desaparición involuntaria», indica este padre que vivió la desaparición de su hijo de 23 años en el 2008.

Amills explica «el confinamiento ha afectado mucho a esta población vulnerable». «Son muchos meses de reclusión para estas personas. Al salir se han visto desorientadas, inválidas por muchos miedos, por el temor a la situación actual y al futuro que se presenta… Todo esto afecta mucho más a personas vulnerables». Ante un caso nuevo, explica el presidente de SOS Desaparecidos, se encienden las alarmas y hay que revisar «posibles indicios de suicido, notas que pueda dejar la persona, sus actitudes en los últimos días, etc.».

Indica que «estas personas cuando han salido a la calle y no regresan es más difícil encontrarlas porque sufren el miedo, la desorientación, la falta de ganas de volver al hogar, un sinfín de considerables que se nos están presentando. Nos tememos mucho que esto va a estar a la orden del día en los próximos meses».

Diferente casuística

Por otro lado, José Francisco Guerra del Grupo Especial de Búsqueda y Evacuación (GEBE) en Islas Canarias sostiene que su región «después de la cuarententa, aunque no tenemos datos contrastables, es verdad que hemos visto un repunte de desapareciones».

Desglosa, en conversación con OKDIARIO, la diferente casuística. «Entre las involuntarias no forzadas destacan los casos de personas con algún problema neurológico, alzheimer, personas que no son capaces de controlar su día a día… Entre las voluntarias, hay diferentes problemas, algunas son porque simplemente quieren marcharse por problemas personales de todo tipo: económicos, familiares, sociales… Las desapariciones involuntarias forzadas tienen detrás temas de delitos. Hay un amplio elenco y deberíamos saber discernir, siempre en colaboración con las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, que son quienes tienen la última palabra», desarrolla.

Familias rotas

Por su parte, Montserrat Torruella, presidenta de InterSOS, comenta a OKDIARIO que su asociación ha detectado otro fenómeno. «Durante el confinamiento, en marzo y abril, tuvimos muchas peticiones de acompañamiento de personas que deseaban volver a establecer relación con sus familiares», expone. Durante las semanas de reclusión muchos individuos viéndose solos decidieron dar el paso de retomar el contacto con sus familias.

«Son casos que no se pueden denunciar como desaparición, son personas que deseaban tener contacto con familiares de los que se habían alejado. Son padres y madres que buscaban a sus hijos y, por otra parte, hijos que querían localizar a sus  padres. Ante esta soledad, entendimos que necesitaban un acompañamiento y una comprensión. Ayudamos a restablecer algunas relaciones, mientras que otras están en proceso», relata.

Esta madre que perdió a su hija de 16 años explica que estos casos de personas que quieren recuperar lazos familiares se hicieron aún más patentes con el fin de la cuarentena. «Nos llegaron entonces muchas peticiones de familiares que estaban teniendo sus hijos en centros de acogida por trastornos de comportamiento, adiciones… y los chicos se habían fugado de los internados. Estas fugas no pueden ser denunciadas o si lo son no se tratan como desapariciones. Estos casos se resolvieron en general entre 5 o 10 días, aunque hay un caso que aún queda pendiente», expone.

Tras la crisis del coronavirus, Montserrat Torruella desvela que en las desapariciones se enmarcan especialmente «en familias donde hay poca relación social, familias recién llegadas a España, unidades monoparentales, que no tienen muchos contactos y es más difícil». «Ahí se necesita más apoyo», valora.

Según datos del Centro Nacional de Desaparecidos que cita esta experta, «el 98% de los casos se resuelven, pero no es lo mismo si es con o sin vida». Lamenta que las estadísticas no recogen siempre el resultado final de los casos. «Para nosotros era muy importante tener estas estadísticas», añade.