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El peligro de cometer un error al tomar la medicación: puede acabar en hospitalización

El peligro de cometer un error al tomar la medicación hace que un 4% termine hospitalizado y un 7% experimente síntomas graves. Una situación que desde la Organización de Consumidores y Usuarios ha puesto en alerta a las autoridades sanitarias y pacientes para evitar que estos casos sigan creciendo. Entre estos casos, el más habitual es no respetar la duración del tratamiento, una circunstancia peligrosa en el caso de los antibióticos. Por otra parte, aun cuando no se aprecien síntomas preocupantes, es aconsejable consultar al médico o al farmacéutico.

Y es que, la seguridad no reside en los individuos, sino que es una característica del sistema en su conjunto. Así, debemos plantearnos que los errores se producen porque existen fallos en los diferentes componentes del sistema que nos rodea, y no por incompetencia o fallos de los individuos, como había sido el enfoque tradicional hasta hace pocos años.

La actividad sanitaria es compleja en sí misma: diferentes profesionales que necesitan trabajar coordinados, gran cantidad de conocimientos que requieren una fuerte especialización, una tecnología en constante actualización que requiere a su vez la constante actualización de conocimientos y habilidades personales por parte de quien la maneja, y un ambiente de incertidumbre en muchas de las actuaciones médicas, a causa de las limitaciones de la propia medicina.

Toda esta actividad, a veces, se desarrolla en el seno de instituciones complejas como los hospitales o los centros de salud, lo que añade nuevos factores de riesgo. En conjunto, un escenario en el que tiene cabida el error. Los profesionales sanitarios deben ofrecer al paciente un ambiente seguro, y en consecuencia, minimizar los riesgos para prevenir el error.

Los incidentes más habituales

Los incidentes más habituales son fruto de errores propios, ya sea del paciente o del cuidador, como no respetar la duración del tratamiento (el 37% de quienes admitieron haber cometido algún error), una circunstancia peligrosa en el caso de los antibióticos, ya que pueden generarse resistencias bacterianas. Otro incidente muy frecuente es no seguir las restricciones sobre la toma de ciertos alimentos o bebidas, como el alcohol (el 26%). Así como tomar una dosis diferente a la recetada o recomendada (el 23%) o en un momento distinto al indicado (el 23%). La encuesta también revela errores ajenos, bien del médico o del farmacéutico, como recetar un medicamento no adecuado al tipo de paciente (le ocurrió al 23%) o un fármaco directamente equivocado (el 20%).

La forma de reaccionar frente a un error en la medicación es muy variable y depende en buena medida de los síntomas percibidos: la mayor parte de las veces no se apreciaron o fueron leves, pero en un 7% de las ocasiones se experimentaron síntomas graves y en un 4% el paciente terminó hospitalizado.  De hecho, se estima que un 70% de los ingresos hospitalarios por efectos adversos a la medicación son causados por errores. De ahí que, ante la sospecha de un error, OCU aconseje consultar con un médico o un farmacéutico. Y en el caso de que se sintieran síntomas graves, acudir directamente a urgencias o contactar con el 112, tal y como hicieron el 10% y el 3% de los encuestados respectivamente.

Leer el prospecto antes de utilizarlo

En cualquier caso, antes de tomar un medicamento es recomendable leer a fondo el prospecto, sobre todo si se va a tomar por primera vez. No está de más asegurarse de que el principio activo coincide con el tratamiento prescrito, porque muchos envases y fármacos tienen nombres, formas y colores parecidos. Luego, al guardarlo, confirme que es en la caja original e incluye el prospecto; si lo ha perdido, puede localizarlo en cima.aemps.es la web oficial con datos completos de todos los medicamentos autorizados en España que, sin embargo, aún debería mejorar la claridad de los mensajes, los riesgos y advertencias de uso, considera OCU. En ningún caso deben tomarse fármacos recetados a otra persona, aunque la dolencia sea la misma; fundamentalmente porque las contraindicaciones y precauciones de uso dependen de la situación de cada persona.