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Fiebre del Heno: Consejos para mantener a raya la alergia

Durante los meses de primavera, verano y otoño, es muy habitual que el polen todavía esté flotando en el aire. Estornudos, picor, ojos enrojecidos, congestión nasal… Las personas alérgicas padecen todos estos síntomas a diario. Sin embargo solo uno de ellos pasa inadvertido para la mayoría. ¿Conoces la fiebre del heno?

El trastorno inmunológico más frecuente

El polvo, el polen y la caspa son los factores de riesgo principales.

Conocida también como rinitis alérgica o polinosis, esta afección es una especie de rinoconjuntivitis relacionada con la alergia al polvo, la caspa o el propio polen. Los síntomas de la enfermedad, muy similares a los del resto de alergias, pueden aumentar según el ambiente o la climatología del entorno en el que se encuentre el paciente. Los días más calurosos, secos o con viento, una mayor cantidad de polen se desplazará por el aire, aumentando las probabilidades.

La polución es también un factor de riesgo, pues provoca la inflamación de la mucosa nasal y facilita la absorción de estas sustancias. Para prevenir los efectos de la fiebre del heno, se recomienda pasar el mayor tiempo posible en espacios interiores donde esté activado el aire acondicionado. Además de permanecer alejado de las zonas donde pueda haber acumulación de polen.

¿Cómo podemos combatir la fiebre del heno?

Los síntomas de la fiebre del heno son similares a los del resto de alergias.

Entre los tratamientos habituales para paliar la fiebre del heno se encuentran el consumo de antihistamínicos y descongestionantes, vacunas antialérgicas o corticoides nasales. No obstante, son muchos los remedios caseros y naturales que pueden aportar su granito de arena: