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Los países pobres se quedan rezagados

Se estrecha el cerco legal a las grasas trans

La regulación contra estas sustancias se ha triplicado en un año

La Unión Europea ha sido una de las últimas incorporaciones a las políticas para limitar su uso

Ya son 40 los países que cumplen las recomendaciones de la OMS en cuanto a políticas para la eliminación de las grasas trans. Estas medidas, de acuerdo con la organización, protegen a 1.400 millones de personas de este nocivo componente de algunos alimentos procesados. Su objetivo: haberlas borrado del mapa para 2023.

Las grasas trans, también llamadas ácidos grasos trans, se consideran el peor tipo de grasa que uno puede comer. Ejercen un doble efecto en el organismo: aumentan el colesterol malo y reducen el colesterol bueno. Una dieta rica en grasas trans supone un aumento del riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, la principal causa de muerte en adultos. Cuantas más grasas trans se consumen, mayor será ese riesgo.

Se pueden encontrar en pasteles, galletas, alimentos envasados, aceites y otros productos, a los cuales se añaden en el proceso de fabricación industrial. De acuerdo con el informe de la OMS, este año las «mejores políticas» recomendadas por sus expertos se han puesto en práctica en Brasil, Perú, Singapur, Turquía, el Reino Unido y la Unión Europea. Desde mayo de 2020, Bangladesh, India, Paraguay, Filipinas y Ucrania también han cumplido a la hora de poner en marcha medidas contra su empleo, contribuyendo al objetivo de 2023. No obstante, en un comunicado la organización lamenta que los países en los que la presencia de estas sustancias es mayor dentro del suministro de alimentos aún tienen pendiente ponerse al día.

Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, ha felicitado a los países que van poniendo en marcha regulación en la materia, pero también ha declarado que «el reloj está en marcha y nos acercamos al final del plazo para eliminar en todo el mundo los productos con grasas trans; por primera vez, la eliminación global de un factor de riesgo de enfermedad no transmisible está a nuestro alcance, todos los países deben proteger a sus ciudadanos de este compuesto innecesario y dañino».

Un mapa desigual

El que ya es el tercer informe sobre los avances en este tipo de políticas destaca que se han alcanzado objetivos «esperanzadores» en algunos países de ingresos medios y bajos, como Bangladesh, India, Filipinas y Ucrania, que han sido los primeros de este grupo de naciones en cumplir los requisitos normativos descritos por la OMS. Otros países han logrado poner en marcha iniciativas que «podrían resultar en la eliminación de las grasas trans a corto plazo». Nigeria también está cambiando sus políticas, con legislación de aprobación inminente. Sería el segundo país africano en conseguirlo. El presidente de la iniciativa «Resolución para Salvar Vidas», de la organización internacional «Estrategias Vitales» (Vital Strategies), Tom Frieden, ha declarado: «Priorizar la eliminación de las grasas trans reducirá las muertes prevenibles por enfermedad cardiaca y reducirá las enfermedades cardiovascular, además de hacer a las personas más resilientes a las enfermedades infecciosas, como Covid-19».

El año pasado, muchos países vieron sus recursos mermados debido a la urgencia de responder a la pandemia, y eso afectó a las políticas en materia de grasas trans. Hasta la fecha, 42 países de ingresos elevados y medios o altos han cumplido con los estándares normativos de la OMS, pero solo cuatro del grupo de ingresos medios o bajos lo han hecho. Se calcula que 10 de los 15 países en los que la presencia de este compuesto de origen industrial es mayor no han adoptado políticas eficaces para ponerles límites. Esos países son Egipto, Irán, México, Azerbaiyán, Ecuador, Pakistán, la República de Corea, Bután, Nepal y Australia.

La OMS recomienda poner en marcha políticas que limiten o prohíban parcialmente los aceites hidrogenados, una fuente importante de grasas trans en los alimentos. Otras recomendaciones son la inversión en programas de vigilancia, la extensión de normativa nacional a todas las regiones de cada país, el aprovechamiento de la experiencia de otras naciones para acelerar el éxito, además de invertir recursos en apoyo técnico para el desarrollo, puesta en marcha y cumplimiento de la normativa. En cuanto a los fabricantes, la OMS anima a la industria de la alimentación a poner en práctica compromisos para la eliminación de las grasas trans de sus productos, y espera que los proveedores de aceites y grasas estén a la altura y contribuyan a eliminarlas de las materias primas que distribuyen a los fabricantes de alimentos en todo el mundo.