Este es el motivo por el que en algunos hospitales utilizan larvas para curar heridas
Cómo curar las heridas infectadas
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Los antibióticos siguen siendo el medio más eficaz para combatir las infecciones bacterianas en personas y animales. Funcionan matando las bacterias o dificultando su crecimiento y multiplicación. En los últimos tiempos mucho se ha hablado de la necesidad de racionalizar su uso tanto por escasez en ciertos momentos como porque su abuso supone un problema para la eficacia de los mismos. Aunque parezca de ciencia ficción, algunos hospitales de Latinoamérica, como Brasil, se han planteado en alguna ocasión utilizar larvas de dos especies de moscas creadas, alimentadas y esterilizadas por la bióloga Patricia Thyssen, de la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp), con un fin médico de curar heridas de difícil cicatrización.
La cicatrización de las heridas es un proceso biológico complejo en el que intervienen varios tipos de células, entre ellas los fibroblastos, que desempeñan un papel fundamental en la formación del nuevo tejido necesario para la cicatrización.
Esta terapia larval tuvo su primer estudio clínico en 1917, y fue realizado por el médico estadounidense William Baer, basado en su experiencia tratando a soldados en Francia durante la Primera Guerra Mundial. La técnica es conocida como terapia larval, que aún es incipiente en Brasil, tiene sus raíces en conocimientos ancestrales, aunque un tanto repulsivos: hay registros históricos de qué pueblos como los mayas, en América Central, y los aborígenes australianos ya usaban larvas para curar heridas hace miles de años.
La porosidad de las bolsas permite que la larva entre en contacto directo con la herida y, al alimentarse de estos desechos enfermos, puede cuadruplicar su tamaño, pasando de 3 milímetros a 12 milímetros. En Reino Unido, como se afirma en CNN, el tratamiento se realiza con larvas desinfectadas en laboratorio y recogidas en pequeñas bolsas biológicas permeables, parecidas a una bolsita de té.
Cremas antibióticas
Aunque estos estudios se están volviendo a realizar en zonas donde es complicado que lleguen los antibióticos, ya sea por tiempos, distancia o escasez, parece difícil que sistemas europeos como en España se llegue a realizar este procedimiento. Lo normal es que cuanto tengas una herida, se intente encontrar un ungüento o una pomada antibiótica para aplicar sobre la zona afectada con un hisopo, evitando la contaminación de dicha pomada, repitiéndolo entre 2 y 3 veces por día, lavando la herida cada vez que vayas a aplicar la pomada durante por lo menos 5 días; esta será la única forma en la que puedas asegurarte de eliminar por completo la infección y acelerar el proceso de curación, salvo en heridas crónicas.
Pero, ¿cómo saber si la herida está infectada? Se puede comprobar tras ligeros cambios en la temperatura, color y tacto de la piel que a medida que la infección avanza, se combina con la aparición de secreciones y dolor en la zona: las heridas infectadas suelen tener una temperatura superior a los 35 y 39 grados, se ve una inflamación en los bordes de la herida, hay hinchazón y enrojecimiento además de dolor en la zona de la herida durante las curas, roce o movilización. Sensación punzante y aparición de secreción (por lo general, es un líquido de color amarillento), son otros síntomas de que la herida la tenemos infectada.
Cuidados tras la cicatrización
Para la total curación de las heridas intervienen varios procesos celulares y moleculares. La respuesta inmediata a la lesión es la vasoconstricción para minimizar el sangrado, que es causada por sustancias activadas en la sangre como prostaglandinas y tromboxanos. De igual modo, las plaquetas se adhieren al colágeno expuesto en la herida, mientras se activa a la cascada de coagulación. A partir de aquí se inicia el proceso de regeneración tisular y cicatrización.
Tras el cierre de una herida es importante cuidar la cicatriz para evitar complicaciones como la aparición de queloides (un crecimiento excesivo del tejido de una cicatriz) o que se produzca una hiperpigmentación de la región afectada por la cicatriz. Algunas recomendaciones incluyen: mantener la zona hidratada, evitar su exposición al sol y vigilar si la misma cambia de color.
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