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Levántate OK | Éste fue el robo del siglo

En Levántate OK, en el primer programa del año del programa de Javier Cárdenas, hacemos un repaso de las grandes sensaciones y momentos espectaculares que tuvimos en la gala show de Navidad que hicimos en las arenas de Barcelona, con 1.400 soñadores y multitud de artistas, que hicieron las delicias de todos los presentes y vivimos momentos inolvidables con mucha emoción.

También en el programa de hoy, recordamos lo que se llamó «El robo del siglo», cuyo protagonista era el Sapo y que entrevistamos en exclusiva en Hora Punta en TV. Este hombre empezó por ganarse la confianza de la persona que vigilaba la urbanización en la que vivía Koplowitz, desde la garita ubicada debajo de los pisos. Para conseguirlo, contrató a una muchacha que logró ligar con él y, una vez ya convertida en su novia, le presentó un día al Sapo, quien entonces empezó a engatusar al joven con regalos, viajes en yate y encuentros fogosos con muchachas guapas.

Cuando los dos hombres empezaron a tener confianza, el vigilante empezó a facilitar información valiosa de su jefa al Sapo, que ya había alquilado un piso en el mismo bloque de ella, con la intención de guardar allí su botín. El Sapo cuenta que el vigilante conocía sus intenciones, y que llegó a prometerle 50 millones de pesetas a cambio de que le facilitara el acceso a la casa de Koplowitz.

Según la versión ofrecida en el documental por el propio vigilante, él nunca pensó que el ladrón estuviera hablando del asalto en serio. El Sapo consiguió acceder una noche al interior del piso, que en ese momento estaba en obras. Una vez dentro, golpeó al vigilante, le ató de pies y manos para que no diese la lata.

A continuación, se colocó unos guantes y pasó varias horas descolgando varios de aquellos pesados cuadros, retirando el marco que tenía cada uno de ellos y envolviéndolos cuidadosamente en papel de burbuja. Él mismo dijo: «Me llevé los cuadros, caminando, hasta el otro piso que había alquilado para poder guardarlos». Durante los siguientes días, la Policía española se volvió loca buscando los dichosos cuadros. Nadie podía imaginar que esos diecinueve lienzos (entre los que destacaban un Juan Gris, un Sorolla y dos Goya) nunca salieron del edificio. Como experto en la ocultación y el disfraz, el Sapo se presentaba de vez en cuando en su piso alquilado, con ropa de mujer, para contemplar un botín cuyo valor total se aproximaba a los trescientos millones de euros. Allí permanecieron los cuadros hasta que su ladrón, una vez descubierto y detenido, llegó a un acuerdo.