Opinión

La Vanguardia: los pirómanos hacen ahora de bomberos

El Estado de Derecho ha conseguido que el barco independentista haga aguas. En pleno hundimiento, las tribulaciones no sólo se apoderan de los golpistas, también de todos aquéllos que hasta ahora habían sido sus diligentes colaboradores. Un ejemplo claro lo encontramos en  La Vanguardia. El periódico del conde de Godó ha dado un súbito e interesado frenazo en su apoyo constante a la causa sediciosa. Tras años como altavoz y soporte mediático de los que quieren romper España, los pirómanos se cambian el disfraz para hacer ahora de bomberos. Tarde y mal. Cuando el barco se va a pique, se apuntan al «estadismo» al más puro estilo de los hermanos Marx: «Estos son mis principios. Si no les gustan… tengo otros». En sus últimos editoriales reprochan «la manera altamente irresponsable» en que «algunos estrategas del independentismo catalán» están señalando a Cataluña a nivel internacional. Esta nueva postura —en su publicación más reciente destacan que «las soluciones unilaterales no conducen a buen puerto»— contrasta con la connivencia manifiesta que han mostrado hasta hace escasas fechas. Un apoyo supeditado, obviamente, a las ingentes cantidades de dinero con las que la Generalitat ha premiado al Grupo Godó a lo largo de la última década: más de 35 millones de euros entre 2011 y 2017.

La Vanguardia pasó de ser una referencia informativa para los catalanes a una hoja parroquial del golpismo. Eso sí, un libelo con las letras muy bien pagadas, parte de ese conglomerado informativo que ha recibido casi 3 millones de euros al año desde que Mas llegara a la presidencia en 2010. Por poner un ejemplo, sólo en el segundo semestre de 2016 y sólo el periódico de papel obtuvo 761.733 euros, más que ningún otro en Cataluña. Unos números que no incluían las partidas destinadas por otras consejerías del Govern ni tampoco las que van a proyectos concretos. Este chorro de dinero no es nuevo. El independentismo ha querido asegurar su mensaje de masas a base de paniaguar la voluntad de los medios. La Generalitat ha gastado más de 200 millones de euros en las empresas de comunicación durante el proceso soberanista entre subvenciones directas y publicidad institucional. Siempre de un modo más que opaco. Una barbaridad si tenemos en cuenta que desde la etapa presidencial de Artur Mas (2010-2016) hasta ahora la Hacienda catalana ha ido menguando hasta rozar la bancarrota. Si no fuera por el Fondo de Liquidez Autonómico (FLA) que propicia el Gobierno, no podrían sufragar ni los servicios mínimos sanitarios.

En toda esta locura del periodismo subvencionado, La Vanguardia, y por ende el Grupo Godó, han sido indiscutibles campeones absolutos. De ahí que llame más la atención si cabe que ahora se descuelguen con editoriales justificativos donde exhortan a los «padres» de la falsa república catalana a parar una sinrazón que ha llevado a más de 600 empresas fuera de la comunidad autónoma, que ha puesto al Gobierno al límite de su paciencia y que puede conllevar gravísimas consecuencias si finalmente confirman el golpe de Estado y osan declarar la independencia secuestrando así la voluntad democrática de la gran mayoría de catalanes. Ahora hablan de la «capacidad autodestructiva» del procés cuando hasta hace pocos días eran la connivencia hecha medio. Ahora tratan de apagar el fuego que ellos mismos han atizado durante años y hablan de «independencia low cost», de «aventureros e iluminados» y piden que todo acabe. Ahora que tanto los mercados como los organismos internacionales han dicho que este viaje a ninguna parte es inviable. Ahora tratan de significarse como constitucionalistas y demócratas. Ahora, quizá, que es demasiado tarde.