UGT y CCOO, subvenciones a gogó
Más le valdría al tal Pepe Álvarez vigilar la corrupción galopante en su organización en vez de andar prestándose a ser felpudo del Gobierno que con tanta generosidad riega su predio, al menos para poder pagar las nóminas de sus funcionarios.
UGT y CCOO son lo más alejado a entidades que defiendan al trabajador. Jamás en la historia de cualquier país libre los sindicatos que se llaman «de clase» han llamado a sus afiliados a tomar la calle para manifestar su protesta contra la oposición. En los regímenes dictatoriales a izquierda y derecha, sí. En democracia, no. Pero, qué se va a enseñar al tal Pepe y el tal Unai de esto; son ágrafos. Ellos antes que nada son militantes de sistemas fracasados, y punto; a ellos les va bien, cobran y presumen. Todavía no se han percatado que el Muro de Berlín cayó por su propio peso. Cierto es que, al final, oiga, quien paga manda. En eso están. Obedeciendo a los que mandan en el dinero público. No tienen otra cosa.
Álvarez lo tiene bien demostrado en Cataluña, donde incluso llegó a ser consejero de Femsa/Endesa –gratis, naturalmente–. El otro parece un pobre muchacho comunista, siempre a las órdenes de la jefa gallega que mataría por tener una miaja de glamour.
Manifestarse contra la oposición política es algo que no se le hubiera ocurrido ni a Largo Caballero; desde luego no a Marcelino Camacho. Todo empeora, aunque este dúo sacapuntas ha tocado suelo.
Sinceramente, si estos sindicatos desaparecen (los sindicatos, no, estos de Álvarez y el chico escaso de pelo y engreído venido del norte), los trabajadores no perderían nada y los contribuyentes nos ahorraríamos una pasta. ¿Por qué no lo someten a votación?
Razones por las que durante estos últimos siete años podrían haberse movilizado en la calle.
- Desastre general en el COVID.
- 15.000 millones de condonación de deuda a Cataluña que pagarán los obreros del resto de España.
- La ausencia del Estado y del Gobierno en la DANA valenciana.
- El insufrible nivel de paro (sobre todo, entre los jóvenes).
- La gran mentira de los «fijos discontinuos» como forma de empleo.
- La insufrible carestía de la vida.
- La subida del IVA en alimentos básicos y electricidad.
Definitivamente, ¡quien paga manda!
PD. El señor Sordo, cuyas formas y conocimientos enlazan directamente con la Universidad de Cambridge, dice que los sindicatos pueden manifestarse contra «los que nos den la gana». Efectivamente, con su dinero, no con el de los contribuyentes. Otro que cree que el dinero público no es de nadie.