Todos debemos ser Ignacio

Todos debemos ser Ignacio

Ignacio Echeverría perdió su vida por intentar salvar la de otra persona. No cabe más humanidad en un solo acto. Frente al deliro de sangre y terror yihadista —ya son ocho víctimas mortales en el último atentado de Londres— esta heroicidad nos reconcilia con el mundo. En una sociedad dominada por el individualismo tecnológico y el miedo a asumir cualquier tipo de responsabilidad, el acto de nuestro compatriota es una excepción. Lejos de salir corriendo y poner su vida a salvo —tal y como hubiera hecho cualquier persona— le plantó cara a los tres asesinos para tratar de salvar a una chica en peligro. No era un familiar. Tampoco un amigo. Ni siquiera una conocida. «Sólo» una persona a la que no dudó en ayudar ni por un instante. 

Decía el Premio Nobel Albert Camus que «la verdadera generosidad consiste en dárselo todo al presente». Echeverría elevó esa certeza hasta el punto de entregar su propia vida. Un auténtico héroe en el sentido más amplio de la palabra. El héroe del patinete, tal y como lo conocen ya en todo el mundo. Su hazaña es tan grande que merecería seguir vivo. No obstante, la vida rara vez entiende de justicia. De ahí que sea el deber de nuestras autoridades mantener candente su memoria, recordar quién fue y qué hizo. Un modelo de conducta y ética cívica para esta sociedad tan falta de valores y referentes. Un hombre y un nombre que debería glosar los libros de texto. Su legado ha de tener presencia obligada en los centros educativos y servir de inspiración para adultos y jóvenes. En ese sentido, Mariano Rajoy hace bien en solicitar que le concedan la Cruz de Plata de la Orden de Mérito Civil a título póstumo. 

La gestión del Gobierno ha sido decisiva para que sus familiares cercanos pudieran ver el cuerpo tras cuatro días de angustiosa espera. Frente a la injustificable, a la par que sospechosa, dilación por parte de las autoridades británicas, los padres y hermanos de Ignacio Echeverría han mostrado un comportamiento intachable. Comprometidos con nuestra vocación informativa, en OKDIARIO adelantamos anteayer la noticia que jamás hubiéramos querido dar. La muerte de Ignacio fue tratada con el respeto riguroso que requería el momento. Lástima que este hecho sirviera como excusa a algunas personas para tratar de desacreditarnos. Al final, el tiempo es el único juez que da y quita razones. Las mentiras de los periodistillas que nos desmentían tenían las patas muy cortas. No obstante, esas envidias son triviales ante un hecho tan luctuoso como extraordinario. Descanse en paz Ignacio Echeverría. Ejemplo para todos.

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