Opinión

La toalla en el bolso de Armengol

Y hoy le toca el turno a nuestra golosa amiga Francina Armengol, de la que no creo haber hablado aún en esta su columna, queridos lectores. Sí, Francina, golosa para nosotros digo, porque como saben, no se habla de otra cosa, porque la ha liado parda, como cada jornada salta a la prensa algún sanchista (y no socialista) con su nueva salida de madre, con la impertinencia de turno, el nuevo abuso o despropósito… ¡Que ya nos pinchan y no sangramos! ¡Perplejos, estamos!

Pareciera que el genio del cinismo que tenemos por presidente (coincido con Pérez-Reverte) les pidiera cada día a alguno de sus devotos una nueva bufonada para mantenernos laboriosos a los medios y pasar ya el trago asqueroso (que se le ha hecho bola) que es la manera en la que ha alcanzado una vez más la presidencia; de manera legal, claro, pero ilegítima y vil, como todes saben.

Y allá van, sus parapetos se lanzan, ponen el cuerpo, como dicen los cursis, entre nosotros y Pedro, no crean que por amor, es dependencia e interés, una simbiosis gatuna, de lo más elemental, con la que les da de comer generosamente…

La nueva presidenta del Congreso (su fidelidad a Pedro Sánchez, al que apoyó tras su dimisión forzada de 2016, ha obtenido premio gordo), Armengol, la tercera persona más importante de España, dicen, la que mientras nos tuvieron ilegalmente arrestados en nuestros domicilios, sin poder salir y sin ver a nuestros mayores, escapaba de picos pardos a cogerse cogorzuelas chispiritosas con sus colegas… Y luego el perro me ha comido los deberes. Y no lo digo yo, lo denunciaron sus propios vecinos…

Armengol, la que ocultó lo de las jóvenes tuteladas y abusadas en Baleares y algo mucho peor, muchísimo peor, Armengol, la que percibe más de 200.000 euros de salario sin destinar nada de nada (¡so ratona!) al necesario y protocolario decoro y representatividad en el vestir de su posición privilegiada…

Es graciosa, curiosa, desconcertante esta mujer en ese cargo, cuyo atuendo más habitual es el minivestido portando balón de playa de Nivea bajo un brazo, y en el otro una tartera o un capazo del que quisieran saltar toallas playeras de vivos colores… los que la miramos ¡muertos!

Esa mujer irreverente o incapaz, quién sabe, abre la nueva legislatura con una groserísima arenga para sí misma y los de su contubernio de mandamases que naturalmente no es aplaudida (la primera vez que no se aplaude en esta ocasión tan relevante) y que podría rebatirse punto por punto, aunque no proviniera de ella, pero… viniendo de Armengol…¡Señores!

Armengol, con la mirada puesta en la playa de Magaluf, supongo, con la planta de los pies extrañando sus alpargatas queridas y sus dedos abrazando la ensoñación de una cervecita fresca, enumera algunas de las medidas históricas que nos han hecho mejores…. Y a mí, lejos de enojarme, me da la risa, ¿qué pensará esta mujer, incapaz de ocupar su cargo ética y estéticamente, que representan el bien y el mal? ¿Este estómago no demasiado insignificante, pero muy agradecido al que le tiene el patrón la cuenta como los chorros del oro? El significado del bien y el mal para un pedrista es como una raíz cuadrada para un bebé de teta, un chiste, en definitiva. Riamos.

El derecho al aborto, dijo… llamar al aborto derecho… ¡Qué pocas luces hay en tu playa, Francina! La ley de igualdad, el Ingreso Mínimo Vital, en tus labios, tiene menos seriedad que una brocheta de frito refrito de fritanga… El cambio climático, el buenismo low cost y la legitimidad de las urnas, que han deslegitimado la inteligencia, la razón y lo que es peor, la decencia.

Sólo me queda una duda, ¿cuál será su paellita predilecta?