El socialcomunismo rinde culto a la más servil camarada del genocida Stalin
Resulta toda una infamia que el Congreso de los Diputados que preside la socialista Meritxell Batet haya dedicado un lugar privilegiado a la dirigente comunista Dolores Ibárruri Pasionaria (1895-1989) en la nueva exposición inaugurada el sótano de la Cámara baja con el título Democracia, Parlamento y Constitución, de carácter permanente. Porque si hay alguien contrario a lo valores democráticos es esta mujer que se convirtió en la más servil camarada del genocida Stalin. De su boca salieron amenazas de muerte nada veladas a José Calvo Sotelo y José María Gil Robles. Las lanzadas al primero se hicieron realidad, porque poco después de señalarle explícitamente un comando terrorista formado por pistoleros del PSOE -sí, del PSOE- asesinó al diputado monárquico. Amparó el genocidio de Paracuellos del Jarama y en 1939 abandonó España para dedicar su vida a alabar con pastueño servilismo a su protector e ídolo Stalin. Su lealtad a la Unión Soviética le valió que Moscú la nombrara secretaria general del PCE en 1944
La exposición, que abrió sus puertas al público este 2 de diciembre, coincidiendo con las jornadas de Puertas Abiertas por el Día de la Constitución, ilustra el panel correspondiente a «La Transición» con un texto y dos grandes imágenes fijas, una de la «Primera manifestación por la libertad sexual», fechada en 1978 en Barcelona y firmada por la agencia Efe, y otra segunda, en la que aparece Dolores Ibárruri Pasionaria bajando las escaleras del hemiciclo de la mano de Rafael Alberti en 1977 para formar parte de la mesa de edad del primer día de las Cortes democráticas. Si la Memoria Democrática es eso -blanquear la figura de una mujer que avaló las purgas en masa de un asesino sanguinario como pocos y se mostró a favor del aplastamiento nazi de Polonia-, habrá que convenir que la memoria socialcomunista es una abyecta exhibición de sectarismo en la que los verdugos son convertidos en héroes deformando la historia hasta la náusea. Porque Pasionaria no fue otra cosa que la mamporrera de un monstruo.
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