Sánchez, el Rey Sol

La abrupta perdida de escaños del PP ha sumido a los populares en una peligrosa confusión, convirtiendo el partido en una jaula de grillos. Las décadas de ausencia de crítica y debate interno han dado paso a un torbellino desordenado y contradictorio de flujos y reflujos verbales que amenazan con desmantelar la credibilidad de un partido clave en la gobernabilidad de España. El estado de shock en el que se ha instalado el PP no tiene precedentes, como tampoco el intento por reinventarse a golpe de improvisación y titular.

Tampoco Ciudadanos debería entregarse a la euforia. Si bien es cierto que la mejora en sus resultados mete presión al Partido Popular, los de Rivera están muy lejos de convertirse en la referencia mayoritaria para los votantes que buscan una alternativa al modelo socialdemócrata. Por lo que respecta a Vox, es su propia existencia como una formación que sume y no reste a la dinámica de bloques lo que está en entredicho.

La próxima semana, Pedro Sánchez, ha decidido convocar a los líderes del Partido Popular, Ciudadanos y Podemos. El presidente del Gobierno quiere, teóricamente, analizar con las formaciones políticas los resultados electorales, pero dejará fuera a los independentista y a Vox. En una democracia consolidada la comunicación fluida entre el jefe del Ejecutivo con el resto de partidos que conforman el poder legislativo es una muestra de madurez política, si no fuese porque el presidente está en funciones y falta algo menos de  un mes para unas elecciones autonómicas y municipales que completarán el mapa del poder en España para los próximos cuatro años.

Pedro Sánchez está jugando con una oposición babélica. Casado, Rivera e Iglesias acudirán a la Moncloa para que Pedro Sánchez, como el Rey Sol, pueda decir “el Estado soy yo”. Y mientras la prensa se ocupa de los tres encuentros, el Plan de Estabilidad que el Gobierno ha enviado a Bruselas y donde anticipa un hachazo fiscal de 26.000 millones de euros apenas encuentra el espacio mediático que merece.