Opinión

Sánchez convertirá la presidencia española de la UE en un aquelarre propagandístico

Que el presidente del Gobierno pretende convertir el semestre de la presidencia española de la UE en una descomunal campaña electoral es una evidencia, pues Pedro Sánchez es plenamente consciente de que, si las elecciones autonómicas y municipales de mayo le son adversas, sólo le queda poner a su máximo rendimiento la factoría de propaganda de La Moncloa para abordar la recta final de la legislatura. El jefe del Ejecutivo trabaja con la fecha del 10 de diciembre para las elecciones generales; su idea inicial era la de forzar los plazos al máximo y fijar los comicios a primeros del año 2024, pero todos los informes recabados abundaron en la idea de que irse más allá del 10 de diciembre de 2023 podría presentar problemas de encaje legal. Al final, Sánchez se ha rendido a la evidencia.

Eso sí: desde el 1 de julio, fecha del comienzo de la presidencia española de la UE, el Gobierno se lanzará a una aquelarre propagandístico que está siendo diseñado hasta al más mínimo detalle. Se trata de vender la imagen de que el Ejecutivo socialcomunista cuenta con el respaldo comunitario. Harán todo lo que esté en sus manos para lanzar la especie de que Pedro Sánchez es el candidato de la UE y que su permanencia en La Moncloa ha recibido el aval de los socios europeos. Y, por supuesto, no reparará en gastos para seducir a los españoles con la chequera del Estado, que es algo recurrente en Pedro Sánchez desde que llegó al Gobierno. Lo que vamos a ver en el segundo semestre del año será, pues, una gigantesca feria de las vanidades sanchista. Se trata de deslumbrar a Europa y presentarse como el jefe de un Gobierno obsesionado con convertir a España en referente de la igualdad y el progreso. Un país catapultado al futuro. Prepárense, porque lo que viene -por mucho que imaginen- no tendrá precedente. Y es que Pedro Sánchez, si sale trasquilado en las urnas en mayo, sólo tendrá por delante cinco meses para evitar el definitivo desastre.