Sánchez baraja triturar fiscalmente la educación y la sanidad privadas

Sánchez baraja triturar fiscalmente la educación y la sanidad privadas

Lo que faltaba para terminar de destrozar la economía: el Gobierno socialcomunista sopesa imponer un IVA del 21% a determinadas actividades de sanidad y educación privadas, hasta ahora exentas del pago del impuesto. Clínicas de salud, laboratorios, colegios privados, autoescuelas, centros de formación y otras actividades análogas se verían obligadas al pago del IVA máximo. O sea, que el Ejecutivo considera que la sanidad y educación privadas son un artículo de lujo. Con tal de recaudar -se estima que la medida supondría para el Estado unos ingresos de 3.500 millones de euros-, el Ejecutivo se plantea seriamente triturar a las familias españolas, muchas de las cuales se verían obligadas, ante el hachazo impositivo, a hacer uso de la educación y la sanidad públicas, lo que obligaría al Estado a asumir mayor gasto para dar respuesta a la demanda.

O sea, al final el zarpazo fiscal no engordaría las arcas públicas, pero se llevaría por delante miles de puestos de trabajo en colegios, clínicas, laboratorios, centros de formación y autoescuelas privadas.

El socialcomunismo busca la aniquilación de la iniciativa privada por la vía de ahogarla fiscalmente. Es, económicamente, un disparate, pero la ideología parece que pesa más que el sentido común en un Gobierno que es incapaz de entender que la colaboración pública-privada es factor de progreso. La aversión del Ejecutivo socialcomomunista a la educación y sanidad privadas roza lo paranoico, hasta el punto de convertirlas en enemigas a batir. Si económicamente la medida es un disparate colosal, desde el punto de vista ideológico rezuma una visión totalitaria de la sociedad que provoca escalofríos.

Con la que está cayendo, el golpe al sector educativo y sanitarios privados sería brutal, tanto como el que sufrirían los centenares de miles de españoles que llevan a sus hijos a colegios privados o hacen uso de la sanidad privada sin que por ello dejen de pagar sus impuestos.

Estremece pensar en qué manos estamos.

 

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