El Rey Felipe cumple 54 años el domingo tras siete años de reinado
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El trasfondo de la celebración del quincuagésimo cuarto cumpleaños del actual monarca no es precisamente el más adecuado para un momento en el que se trata de celebrar que has alcanzado un año más en tu vida: todavía los medios de comunicación dedican numerosas páginas a comentar la interrupción de la relación matrimonial de la infanta Cristina, que podría ser el paso previo a una separación o a un divorcio de la pareja Urdangarin- Borbón. El escenario adverso se completa con la permanencia del Rey Juan Carlos en Abu Dabi, desde donde lanza mensajes de vez en cuando por medio de sus amigos para repetir que quiere volver a España cuanto antes y añade estar pendiente de la decisión de doña Dolores Delgado, fiscal general del Estado, de archivar las diligencias abiertas hace dos años para poder regresar.
Dado lo poco aficionados que son los miembros de la Familia Real española a organizar grandes celebraciones en fechas señaladas de su vida personal, hay que deducir que el Jefe del Estado se limitará a celebrar este aniversario del día en el que llegó al mundo de forma familiar, aunque quizá añada algunos de los buenos amigos que le acompañan en sus momentos de ocio desde siempre. Para el Rey, en estos momentos, sus prioridades son atender a las obligaciones que lleva consigo su tarea al frente de la nave del Estado, una tarea que en los siete años y medio que lleva desempeñando, se ha vuelto ardua y dificultosa en muchos momentos. Por una parte, la política es más áspera y complicada que nunca, debido sobre todo a la polarización de las fuerzas políticas que juegan hoy un papel determinante en el tablero político español.
Y por otra parte, las circunstancias adversas que atraviesa su familia, con su padre, el rey Emérito desterrado desde hace año y medio en uno de los Emiratos Árabes Unidos, y su hermana Cristina, fuera de la Familia Real debido a los delitos económicos de su marido Iñaki Urdangarin y ahora engañada deslealmente por su esposo, hacen que la atmósfera que rodea al Rey Felipe no sea muy proclive a fiestas multitudinarias. Y como guinda, el covid, que no acaba de desaparecer, hace que haya que redoblar la prudencia.
La solución única para enfrentar tantas adversidades siempre ha sido para el monarca clara y precisa: seguir cumpliendo con sus obligaciones institucionales, presidir los actos que se le asignan en su agenda de trabajo cada semana, viajar cuando toque hacerlo –como ha hecho estos días al desplazarse a San Juan de Puerto Rico en el 500 aniversario de su fundación como ciudad y asistir a la toma de posesión de la nueva presidenta de Honduras, Xiomara Castro- y asumir el papel que le asigna la Constitución desde la primera hasta la última palabra de su texto completo. Eso es lo absolutamente prioritario para el monarca español desde que fue proclamado Rey. Y lo que seguirá siendo sagrado para don Felipe, un monarca que este domingo cumplirá 54 años.
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