Opinión

¿Quién va a limpiar el culo a los abuelos?

Hace unos días en el programa En boca de todos, Víctor Gutiérrez, diputado del PSOE, defendió la inmigración ilegal porque, según él, hace falta gente que «limpie el culo a los abuelos». Traducido al lenguaje progresista, necesitamos mano de obra barata dispuesta a realizar labores que jamás haría un señorito socialista. A Gutiérrez le faltó decir «gentuza de clase mucho más baja que la nuestra», como dijo con un exquisito clasismo Pablo Iglesias cuando presumía de liarse a puñetazos con un «grupo de lúmpenes». Su mujer, Irene Montero, se curraba la lucha de clases esclavizando a su escolta, exigiéndole que adelantara su jornada laboral para encender la calefacción en el coche antes de que ella entrara, para que el coche estuviera caliente.

Por más que lo intenten ocultar, el clasismo lo llevan en la sangre. Como Mónica García, que desde su ático del Retiro clamaba porque «Madrid no sea el 100 Montaditos de Europa». Y es que no todos tienen dinero para ir a buenos restaurantes como ellos. A la izquierda no hay que descifrarla por su clasismo, sino por su odio a las clases más humildes. «La clase obrera es machista, racista y xenófoba», le confesó Nega, cantante de Chikos del Maíz, a un Iglesias que le miraba extasiado. Se sienten desamparados porque se leyeron todo Marx y los obreros se lo agradecieron votando a Vox. ¿Qué culpa tienen ellos si los trabajadores no comprenden la superioridad moral de sus salvadores? Quizá con suerte en su vejez algún inmigrante les limpie el culo con El Capital.