¿Quién abrazará a Marlaska?
Coincidiendo con las críticas por el desamparo, abandono y falta de medios en que se produjo el asesinato de dos guardias civiles en Barbate, Marlaska acaba de superar a José Barrionuevo como el ministro del Interior que más tiempo lleva en el cargo. En realidad, Barrionuevo fue ministro durante más tiempo, ya que, tras los más de cinco años y medio que Felipe González lo mantuvo al frente de la cartera de Interior, cambió al ministerio de Transportes, Turismo y Comunicaciones, donde todavía aguantó otros tres años más. Y eso a pesar de que la Sala Segunda del Tribunal Supremo lo había condenado a diez años de prisión y doce de inhabilitación absoluta por el secuestro de Segundo Marey, reivindicado por la organización terrorista GAL, y por el delito de malversación de caudales públicos. Condena por la que sólo pasó tres meses en prisión y de la que fue indultado por José María Aznar.
Los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL) fueron miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad españoles, dependientes del Ministerio del Interior que, junto a mercenarios, practicaron terrorismo de Estado contra ETA y su entorno cuando gobernaba el PSOE de Felipe González.
Perpetraron más de 30 atentados terroristas, incluidos 27 asesinatos y unas 60 personas heridas. En varias ocasiones cometieron errores, como en el caso de Segundo Marey por el que fue condenado Barrionuevo.
A diferencia de Marlaska, y a pesar de su condena y su paso por prisión, el ministro Barrionuevo jamás fue reprobado por el Congreso de los Diputados, como sí lo ha sido el actual ministro de Interior, que acaba de superar su pervivencia en el cargo. El 9 de febrero de 2023, la reprobación de Marlaska salió adelante por su nefasta gestión de la tragedia de la valla de Melilla, la ocultación de información, los datos falsos facilitados al Congreso y sus mentiras vertidas en sede parlamentaria. Hace unas semanas el Tribunal Supremo ha confirmado que la devolución de menores desde Ceuta a Marruecos llevada a cabo por Marlaska en mayo de 2021 fue ilegal y considera que se produjo una expulsión colectiva de extranjeros, prohibida por el Convenio Europeo de Derechos Humanos, dando cuenta de la «absoluta inobservancia» de las prescripciones de la norma de Extranjería por parte del ministerio de Interior, bajo las órdenes de Marlaska.
Pero además de ser reprobado por el Congreso, de haberse demostrado que mintió en el parlamento y de la condena del Supremo por sus expulsiones de menores; el historial de felonías cometidas por Marlaska supera muchísimo al de Barrionuevo. Sólo tenemos que recordar sus viernes negros en los que ha trasladado a cárceles vascas a todos los presos de ETA; el bulo del culo por el que falsamente acusó a Vox de un delito de odio inventado; la destitución como represalia del coronel Pérez de los Cobos, revocada por el Tribunal Supremo; la fabricación de un falso informe policial para acusar a Ciudadanos de las agresiones que sufrió su delegación durante el desfile del Orgullo; su falsa vinculación a Vox con el lanzamiento de una granada en un centro de menores extranjeros… La lista es interminable.
Pero no podemos finalizar esta comparación entre Barrionuevo y Marlaska sin recordar que, cuatro meses antes de que este último ordenase el desmantelamiento de OCON Sur, la unidad de élite de la Guardia Civil que luchaba con éxito contra el narcotráfico en el Estrecho, supimos que el teléfono de Marlaska sufrió un robo de más de 6 gigas con el software espía Pegasus, sin que el ministro haya querido contarnos qué información sensible tenía en su móvil, ni su relación con el repentino cambio de actitud de nuestro Gobierno respecto a Marruecos, origen de la droga que transportaban los asesinos en Barbate de los dos guardias civiles. Felipe González, quizá agradecido porque nunca desveló de quién recibía sus órdenes, se abrazó a Barrionuevo a las puertas de la prisión de Guadalajara, pero la personalidad de Pedro Sánchez no nos permite imaginar una fotografía similar. Lo más probable es que, si algún día Marlaska fuera condenado, nadie iría a abrazarlo a las puertas de la cárcel.