Opinión

¿Por qué decir (o no) «que te vote ‘Txapote’»?

Hace días Feijóo decía que iba a revisar todas las leyes aprobadas con el apoyo de Bildu. Pero eso es lo de menos; lo más importante no es lo que ha conseguido Sánchez gracias a Bildu, sino lo que ha conseguido Bildu gracias a Sánchez. Eso es lo que habría que revisar. Como sacar a la Guardia Civil del País Vasco, las concesiones de la Ley de Memoria, los acercamientos de tantos asesinos sin mediar arrepentimiento o colaboración con la Justicia, o la transferencia de las competencias en cárceles para que, una vez acercados, los gudaris disfruten de los beneficios penitenciarios a mayor gloria de Sabino Arana.

Uno de los agraciados por Sánchez ha sido el famoso Txapote, quien tuvo a Blanco en el maletero de un coche hasta que le dio el tiro de gracia y que, tras permanecer en aislamiento en Huelva, ahora se encuentra en un módulo con su pareja en Álava. No es de extrañar, por todo eso, que presos de ETA hayan montado una fiesta para celebrar que Sánchez ya ha trasladado a todos los etarras y que Otegi dijera aquello de que con nadie les va a ir mejor que con Sánchez.

Txapote representa todo eso, nos recuerda la sonrisa de un Otegi que sube el precio aprovechando la avaricia del infame que le paga. Y de allí que haya surgido el lema «que te vote Txapote». Así lo piensan muchas víctimas como Daniel Portero, la familia Jiménez Becerril, Ángeles Pedraza, la propia María del Mar Blanco y hasta un centenar de víctimas que han respondido a otras, encabezadas por Consuelo Ordóñez (Covite) que se sienten ofendidas con un lema que creen que banaliza el terrorismo.

Con todo el respeto a esas víctimas que se sienten ofendidas, no debemos confundir vulgarización con banalización. Vulgarizar algo, simplificarlo, hacerlo pegadizo y popular, no es trivializar o banalizar. En este caso, precisamente, la vulgarización va en contra de la banalización y del olvido. Banaliza Sánchez, vulgariza el pueblo ofendido. Y al hacerlo con humor, es el banalizador Sánchez el que pasa a ser el ofendido. Es la paradoja de la ironía.

El «que te vote Txapote» es un eslogan rápido y fácil. Vulgar, en el mejor sentido de la palabra. No es un lema intelectual, sino popular. Y su mensaje es más eficaz que cualquier reprobación del Congreso de los Diputados, que una sentencia condenatoria del TJUE, que dé sesudos argumentos de politólogos muy leídos o que de cualquier recomendación crítica del Parlamento Europeo. Todo esto no dura un telediario; un lema popular, como un refrán, es un eco permanente, en la calle y en la Moncloa.

Por todo ello y, con todo mi respeto a esa parte de las víctimas que creen que banalizamos quienes usamos este eslogan, creo que resume y refleja no el chiste por el chiste, sino la chanza de un pueblo descreído y retador que se mofa de ese gobernante que nos quiere engañar y que miremos a otro lado. Y encima funciona, nada ofende más a Sánchez que la burla de quienes sólo espera su aplauso y su voto. Para el aplauso ya tiene a sus ministros y para votarle, lo dicho, que le vote ése.