Opinión

Puigdemont te dio la vida, Pedro, y Puigdemont te la quitará

Pedro Sánchez va de gallito por la vida pero olvida que está de prestado en Moncloa y que vuela por la patilla en su obsesión patológica, el Falcon. Como suele ser habitual en él, perdió las elecciones generales del 23 de julio del año pasado. De cinco veces que se ha presentado como cabeza de cartel sólo ha vencido en dos, un 40% de éxito que habla bien a las claras de lo poco que la ciudadanía quiere al personaje. Alberto Núñez Feijóo le sacó, ahí es nada, 16 escaños de ventaja. Lo cual no quitó para que volviera a pactar con todos los enemigos de España para mantenerse en el machito.

Lo de ETA era para él coser y cantar si tenemos en cuenta el elemental hecho de que Bildu se ha convertido en su mejor y más estable socio de gobernabilidad. Los de Otegi son los más fieles aliados de Pedro Sánchez desde la espuria moción de censura de 2018 que botó a un Mariano Rajoy que le había metido 52 escaños de diferencia en las generales de 2016. ERC es un simple perrito faldero del presidente que incomprensiblemente le dice a todo «sí, bwana». Le han regalado el Gobierno de España y la Generalitat y, a cambio, han recibido migajas y un desplome en la intención de voto que los está desangrando lenta pero inexorablemente. Una buena noticia en cualquier caso.

El PNV jamás va a acabar con Sánchez por la sencilla razón de que Imanol Pradales es lehendakari gracias al Partido Socialista de Euskadi. Hay que recordar que el PNV empató a 27 diputados con Bildu en las autonómicas vascas de abril y que quienes deshacen el empate son los 12 socialistas. Tengo cero dudas de que Andoni Ortuzar, tipo listo donde los haya, es consciente de que para echar al marido de Begoña Gómez hay diez veces más motivos que los que esgrimieron para mandar al Registro de la Propiedad a Mariano Rajoy pero ello significaría tanto como perder una Lehendakaritza que ha sido suya en 40 de los 44 años de autonomía.

Pedro Sánchez debió de pensar que Carles Puigdemont era un perro ladrador y poco mordedor modelo Junqueras o versión Aitor Esteban

Sumar estará con Sánchez hasta el día del juicio final por la sencilla razón de que no tienen donde caerse muertos. Nunca se vieron en otra igual. Ni en sus mejores sueños Yolanda Díaz soñó con ser vicepresidenta del Gobierno ni Ernest Urtasun con ostentar la cartera de Cultura. Y van camino de la más absoluta de las irrelevancias a tenor de unas encuestas que no suelen dar con precisión en la diana pero que sí adivinan las tendencias.

Pedro Sánchez fue investido en noviembre de 2023 gracias a los votos de todos sus socios tradicionales pero si no hubiera sido por Junts se hubiera quedado con las ganas de continuar en Palacio. Tan cierto es que recibió 179 síes, tres por encima de la mayoría absoluta, como que sin el concurso de los de Puigdemont tendría que haber hecho las maletas. Los siete escaños de los separatistas fueron decisivos. A cambio, le impusieron más de 30 condiciones con la Ley de Amnistía como gran hito de la hoja de ruta.

El inquilino monclovita ha satisfecho sólo 6 de esas 30 exigencias sine qua non con la Ley de Amnistía como incumplimiento en mayúsculas. Tan cierto es que la norma que exime de las consecuencias penales a los protagonistas del 1-O de 2017 recibió carta de naturaleza como que a día de hoy continúa siendo papel mojado. Algo más de cuatrocientos de los condenados por el procés continúan sin ser amnistiados, entre otros el ex president Carles Puigdemont, por mor de unos delitos por malversación que el Supremo considera fuera de la norma.

Puigdemont podrá gustar o no, pero nadie en su sano juicio le puede discutir tres virtudes: no miente, no va de farol y practica el ‘do ut des’

Pedro Sánchez debió de pensar que Carles Puigdemont era un perro ladrador y poco mordedor modelo Junqueras o versión Aitor Esteban, el chulesco portavoz del PNV en la Cámara Baja. O que agacharía la cerviz con la misma facilidad que lo hace Arnaldo Otegi o su embajadora en Madrid, Mertxe Aizpurua. Que tal vez tendría las mismas tragaderas que los gerifaltes de Sumar e incluso que esos podemitas que iban de leones y resultaron mansos gatitos.

Carles Puigdemont podrá gustar, disgustar por su conducta el 1-O, pero nadie en su sano juicio le puede discutir tres virtudes: no miente, no va de farol y practica el do ut des. Lleva muchos meses avisando de que el PSOE está incumpliendo lo pactado, los aludidos han estado riéndose de él pensando que la sangre no llegaría al río y ahora se encuentran con que el ex president quiere ajusticiarlos en la plaza pública y, a ser posible, al amanecer.

El aviso a navegantes del lunes exigiendo a Sánchez que se someta a una cuestión de confianza no es la bravuconada que desde Moncloa vendieron a través de sus periodistas de argumentario. Por algo José Luis Rodríguez Zapatero se fue deprisa y corriendo a Bruselas a calmar al ex president. Y la reunión del viernes en Zúrich fue el último intento de revertir un desencuentro que conduce al PSOE al abismo. El día D es el martes, cuando la Mesa del Congreso debe decidir si admite a trámite la proposición no de ley de Junts en la que insta al presidente a plantear una cuestión de confianza.

Puigdemont le salvó el pellejo a Sánchez hace 13 meses y ahora su pulgar decidirá si sigue dos años y medio más como presidente del Gobierno

Como quiera que Sánchez es más chulo que un ocho, ha adelantado que no tramitarán la iniciativa parlamentaria de Junts. Lo cual daría la puntilla a la legislatura toda vez que los independentistas no volverían a apoyar un solo proyecto del Gobierno socialcomunista. Las posibilidades de sacar adelante una ley oscilarían entre cero y ninguna. Y de Presupuestos ni hablamos. La negativa de los diputados liderados por la brillante Miriam Nogueras a respaldar las cuentas públicas no es de aquí ni de ahora: siempre han tenido claro que si las bendecían estarían políticamente muertos, toda vez que Sánchez ya no los necesitaría para agotar la legislatura o, al menos, para acercarse a 2027.

Puigdemont es para Sánchez dios. Y dios da y quita vidas. Le salvó el pellejo hace 13 meses y ahora su pulgar decidirá si el marido de Begoña Gómez vive dos años y medio más como presidente del Gobierno o muere en el intento. Me temo que su suerte está echada. Que hay cambio de ciclo. Que, afortunadamente, Alberto Núñez Feijóo será muy pronto su sucesor. Y si no es Puigdemont quien lo manda a toriles, serán los jueces los encargados de hacerlo. Está acorralado política y judicialmente. Y no precisamente por el caso Begoña.