El PSC se lava las manos: la «neutralidad» de los cobardes

Nada hay más inmoral, cuando lo que hay que preservar es el marco constitucional, que la equidistancia. Nada más hipócrita, cuando está en juego la defensa de la unidad nacional, que el funambulismo político, el equilibrismo partidista y ese lavarse las manos con el que el PSC ha despachado la moción de censura de Ciudadanos contra el Gobierno separatista de Torra.
Sabíamos que a Miquel Iceta le va la marcha, pero su manera de bailarle el agua al independentismo, aunque no sorprende, sí revela que este danzarín de la política no se mueve salvo por su propio interés. Los socialistas catalanes se han posicionado de la manera más cínica y pusilánime posible: dicen que Torra es un problema, pero que Cs no es la solución. Triste manera de ponerse de canto cuando lo que está en juego es la defensa de la dignidad democrática.
No nos engañemos: era previsible la respuesta del PSC. En realidad, su «tercera vía» ha sido siempre una manera de situarse fuera de ese constitucionalismo que en el Parlamento catalán encarnan Ciudadanos y PP. La estrategia de Iceta es propia de ese PSC que en su día cohabitó con el nacionalismo radical y asumió parte de su discurso. Ni en las circunstancias actuales, con el Gobierno de la Generalitat dando cobertura a los terroristas de la CDR, el socialismo catalán parece dispuesto a lanzar un guiño, un simple guiño que deje claro cuál es su posición. Frente al independentismo que amenaza la unidad nacional no caben vías intermedias, ni medias tintas, ni equilibrismos, ni toreo de salón.
EL PSC se evade o, mejor dicho, se quita del medio, con un argumento indigno, porque entre el independentismo y el constitucionalismo que en Cataluña defienden CS, la fuerza más votada, y el Partido Popular, no hay espacios para la «neutralidad». No se puede ser políticamente «neutral», señor Iceta, porque la «neutralidad» solo sirve para hacerle el juego al separatismo. Es de suponer que Pedro Sánchez ha bendecido la estrategia del PSC. En realidad, el presidente en funciones es otro consumado equilibrista al que solo le mueve el ansia de poder.
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