Opinión

Pregúntate por qué te abuchean, Marlaska

Mientras la Generalitat de Cataluña, presidida por el socialista Salvador Illa, ha destinado más de 300.000 euros para realizar un «plan de mantenimiento físico» para la Policía autonómica, el Ministerio del Interior de Fernando Grande-Marlaska ha quitado las ayudas para gimnasios a los agentes de la Policía Nacional. Es un ejemplo más del agravio que padecen las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

La brecha es cada más vez grande: en sueldo, en condiciones laborales y en medios, porque, según los sindicatos de la Policía Nacional, «a día de hoy, no existe ninguna prueba o formación física obligatoria para los policías nacionales». Los agentes «deben entrenar en su tiempo libre y costeándose los entrenamientos de su propio bolsillo». Es cierto que existen cursos formadores en Técnicas de Autoprotección e Intervención Policial (TAIP), pero las plazas ofertadas «son totalmente insuficientes para el número de policías que desea recibirlo». Cómo será la cosa que Marlaska «ha quitado las ayudas que había de Acción Social para gimnasios, lo que dificulta aún más que muchos compañeros puedan prepararse físicamente».

En Cataluña, la cosa es distinta: el Diario Oficial de la Generalitat acaba de publicar el encargo de gestión de un nuevo plan de entrenamiento para los mossos que correrá a cargo del Instituto Nacional de Educación Física de Cataluña y que está dotado con 336.398,91 euros. El plan de la Generalitat de Illa prevé la realización de dos tipos de ejercicios físicos.

Por un lado, unos ejercicios universales para «mejorar los resultados de las pruebas de evaluación de la condición física». Por otro, otros más específicos que tratarán de «mejorar las exigencias mecánico-funcionales de los efectivos del Cuerpo de Mossos d’Esquadra para optimizar el desarrollo de su trabajo profesional. Es absolutamente inaceptable que las diferencias entre unos y otros sigan siendo abismales. Porque lo del ministro Marlaska con la Policía Nacional y la Guardia Civil es un auténtico escarnio.