Opinión

Otra prueba de que hay que reformar la Ley de Violencia de Género

Prueba evidente de que hay que reformar la Ley de Violencia de Género es el caso de Alma, transexual y lesbiana que cuenta con una sentencia que determina que es mujer a todos los efectos y que ha visto como las leyes y procesos judiciales han beneficiado a su ex compañera sentimental por haber nacido mujer. Alma lleva dos años sin tener contacto con su hijo, dándose sistemática de bruces contra la rigidez de una norma que no contempla su situación y que la consideró un hombre para retirarle al pequeño.

Alma fue detenida en 2017, 27 días después del nacimiento de su hijo, por «supuesta violencia psicológica sufrida por su pareja durante la relación» en aplicación de las Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género que » tiene por objeto actuar contra la violencia, como manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres”. Es decir, pese a ser mujer y disponer de un documento legal indicándolo, fue procesada como hombre tras pasar la noche en el calabozo. La laguna de la actual ley es evidente porque no contempla situaciones como ésta en la que Alma es tratada como varón en sus relaciones con su ex compañera sentimental, que por ser biológicamente mujer goza de un trato preferente. Son dos mujeres a todos los efectos, pero Alma pierde la custodia de su hijo por el mero hecho de haber nacido hombre.

Casos como este pueden ser aislados, pero la ley tiene que contemplar todos los supuestos. Y no lo hace. Es más, resulta especialmente injusta, porque el calvario que tuvo que soportar Alma para ser reconocida como mujer  lo sigue soportando ahora, estigmatizada y tratada judicialmente de forma absolutamente injusta y discriminatoria por una ley que necesita adecuarse a las nuevas realidades sociales.