Meter a Podemos es meter a un elefante en una cacharrería
Subrayemos un hecho de sobras conocido, pero quizás aun no lo suficientemente valorado. Podemos es un partido que mantiene reconocidos vínculos con Venezuela e Irán. Si una dictadura comunista caribeña y un régimen islamista radical de Oriente Medio ofrecen dinero y asesoramiento estratégico a un país de Europa occidental, no lo hacen por amor al arte; su objetivo es desestabilizar un territorio que es la cuarta economía de la zona euro y socio estratégico de la OTAN. Tanto Maduro como los ayatollahs entienden que Podemos es el agente perfecto para cumplir la misión. Y es que cuando hablamos de Podemos hablamos, en esencia, de una formación que pretende destruir el orden constitucional; de ahí, por ejemplo, su alianza con los independentistas, que no solo es de corte táctico, sino más bien de índole programática. En su lógica revolucionaria entienden que los compañeros de viaje secesionistas servirían para desequilibrar al sistema. El caos resultante sería, para ellos, la fase previa de nivelación sobre la que acto seguido implantar un régimen político donde Nicolás Maduro podría sentirse a gusto.
El PSOE, que desde la Transición hasta el momento presente ha sido el partido que más ha gobernado en España, no debería perder ahora la perspectiva; armar un Ejecutivo con Podemos supone introducir dentro de las arterias del Estado a un actor profundamente hostil hacia nuestra arquitectura democrática; un actor cuya lealtad tampoco es la nación española –asumiendo el amplio abanico de interpretaciones legítimas que sobre el hecho nacional pudieran realizarse–, sino una ideología en extremo radical. Además, deben numerosos favores a las referidas dictaduras extranjeras. Por si todo ello no tuviera ya la suficiente gravedad, la guinda a este hipotético Gobierno la ponen el resto de sus socios: los partidos independentistas. Su voto a favor o su abstención nunca serán gratuitos.
Pedro Sánchez y su equipo parecen tener en mente los hechos que acabamos de referir; basta ver cómo solo le ofrecen a Podemos ministerios marías y vicepresidencias simbólicas. Pero llegados a este punto, no cabe lugar a engaños. Los socialistas, actuando así, no atemperan en absoluto la esencia del asunto, que –como decimos– es la posible introducción de un partido de la extrema izquierda radical dentro del núcleo del sistema político. Antes bien, abriles la puerta significa adentrarse en una dinámica de largas e imprevisibles consecuencias, no ya para el Gobierno de Pedro Sánchez, que también, sino para los intereses generales del Estado y del conjunto de los españoles.
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