La meritocracia es la igualdad
El mérito debe marcar el ascenso de cada ciudadano en su vida laboral y profesional. “Equilibrar” —como propone el Partido Socialista— por el mero hecho de ser mujer es perjudicial para las propias mujeres. La formación que lidera Pedro Sánchez quiere imponer la equidad por ley al Gobierno. De esa forma, se vería resentida la meritocracia que ha de regir cualquier sociedad moderna. Saldríamos todos perjudicados. Tanto los hombres como las mujeres. Es indudable que nuestra sociedad ha de ir hacia la igualdad total de oportunidades con independencia del sexo que tenga cada persona. De hecho, el Ejecutivo debe legislar sobre la materia para darle un marco jurídico a dicho contexto. Nadie se puede negar a eso en un país democrático del siglo XXI.
No obstante, a la hora de progresar en una empresa, los factores preponderantes deberían ser el esfuerzo y la capacidad. El PSOE daría un mal ejemplo desde las instituciones si impusiera esa “presencia equilibrada” en las designaciones de la Administración Pública. ¿Qué pasaría si para distintos puestos de un mismo organismo hubiera más mujeres que hombres? ¿Serían rechazadas las que sobraran aunque fueran mejores que sus compañeros por el mero hecho de tener que cumplir con la cuota de proporcionalidad? No hay mayor igualdad que la meritocracia. Algo que, por otra parte, cada vez está más presente en nuestra sociedad. La negociación de los convenios colectivos impiden en gran medida injustas diferencias.
Cierto es que aún queda trabajo por hacer. Sigue existiendo la brecha salarial —las mujeres ganan casi un 13% menos que los hombres—, los abusos y la discriminación por cuestión de sexo. Sin embargo, se da sobre todo en pequeñas empresas. Para remediarlo, las víctimas han de denunciar a la Inspección de Trabajo y, por supuesto, el Gobierno tiene que extremar la vigilancia para que así haya un entorno laboral mucho más justo. Al margen de esos contextos, que cada vez son más minoritarios, las empresas del Ibex u otras grandes compañías del país están dando ejemplo desde hace tiempo con unas condiciones que son exactamente iguales tanto para hombres como para mujeres. Esa es la meta a conseguir en todo el espectro laboral. Igualdad sí, toda la del mundo, pero siempre con el mérito por delante.
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