Una medida confiscatoria
El Gobierno del presidente Sánchez corona sus 100 días de mandato aupado en la rectificación permanente, como la venta de bombas y en tantas actuaciones; en las ocurrencias, como las del diésel; en las cortinas de humo para distraer la atención sobre los asuntos importantes, como desenterrar al general Franco; o en el pacto y cesión permanente a sus socios, como la propuesta de eliminación de aforamientos para, en realidad, abrir la puerta a una reforma constitucional que miedo da pensar qué persigue realmente.
Pues bien, dentro de esas constantes cesiones para aguantar en La Moncloa cuanto más tiempo mejor, Sánchez ha comenzado a negociar unos Presupuestos Generales del Estado que dispararán el gasto, el déficit y la deuda, siempre prácticas tan socialistas, fracasadas y generadoras de ruina y empobrecimiento de la sociedad. Adicionalmente, manda salir a la ministra Calviño para decirnos que es el momento de subir impuestos, elemento que profundizará la desaceleración económica en la que ya nos han metido los socialistas.
Y en esas negociaciones con Podemos, se encuentra dicha subida de impuestos. Una subida brutal del IRPF, de alrededor de cuatro puntos, para rentas superiores a 140.000 euros. Estas rentas, que engloban a menos de 100.000 personas, con su contribución aportan lo mismo que cuatro millones y medio de declarantes de la parte baja de ingresos. Si se esquilma, como pretenden, a estas personas, el desincentivo a trabajar será elevado o, peor todavía, muchos de esos profesionales, que tienen capacidad para buscar otros empleos, puede que decidan irse a trabajar a otros países, con la consiguiente pérdida de recaudación. Si eso sucede, ¿cómo van a cuadrar las cuentas los socialistas?
Pero es que, además, la propia ministra Montero ha dicho que realmente esa medida no tendrá efecto recaudatorio, sino que se plantea para contentar a Podemos, con objeto de que las rentas más elevadas, a quienes la izquierda llama ricos, paguen todavía más. Es decir, sin tapujos están diciendo que su objetivo es confiscatorio, ejemplarizante, contra un grupo de contribuyentes, que son, además, los más solidarios y quienes más aportan. Redistribuir es algo lógico, necesario, humano y, mal que les pese a los socialistas actuales y podemitas, cristiano, pero esa medida que proponen va más allá, convirtiendo el impuesto en injusto y confiscatorio. Una medida equivocada más de este Gobierno, encantado de haberse conocido y de repetir, una y otra vez, que ocupan el poder, sin ideas, con pésimas actuaciones, que nos llevan de cabeza a otra crisis.
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