Opinión

Una medalla para el policía infiltrado

A Clara le gustaba mucho Dani, «era un prototipo de tío que piensas que no existe», dice. Pero ahora que sabe que la engañó, porque no le dijo que en realidad es un agente de la Policía Nacional que se había infiltrado en los movimientos independentistas catalanes, ya ha dejado de gustarle y dice que «si hubiera sabido que era policía, nunca habría mantenido una relación con él, siento que me ha violado». «Si hubiera sabido», esa es la clave de la cuestión, ¿verdad? Si hubiera sabido que aquel tipo tan mono tenía pareja. Si hubiera sabido que nunca iba a dejar a su mujer. Si hubiera sabido que el cochazo era alquilado. Si hubiera sabido que el Rolex era falso. Si hubiera sabido que le olían tanto los pies. Si hubiera sabido que no le gustaban mis lentejas. Si hubiera sabido que me iba a dejar por otra de 20. Si hubiera sabido… dicen llorando por la leche derramada, como haría la lechera del cuento. Hablo de leche de vaca, no seáis como las indepes vosotros también.

A Dani lo han denunciado ya cinco mujeres vinculadas al movimiento okupa y anticapitalista catalán, pero aseguran que en realidad han sido más de ocho y que están tratando de convencer a las otras para que se sumen a la denuncia. Más de ocho mujeres en dos años, desde junio de 2020 hasta el verano de 2022, parecen muchas aun teniendo en cuenta que Dani es un tipo muy simpático. Aún desde el resentimiento, Clara lo define como «extrovertido, atento, muy amable con todos y dispuesto a ayudar». Pero la verdad es que los independentistas han filtrado las fotos de Dani, para intentar perjudicarlo y hemos podido comprobar que está buenorro el Dani, así que lo mismo la lista sigue creciendo y resultan ser muchas más de ocho las anticapitalistas que cataron el capital humano de nuestros Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Todo por la patria, debió pensar Dani ante tamaño sacrificio, porque ellas… bueno, ya se sabe… también sus fotos están ahí… no puedo decir más… menudo estómago el Dani.

Cada una de las denunciantes acusa a Dani de cinco delitos: abusos sexuales, tortura, contra la integridad moral, revelación de secretos e impedimento del ejercicio de derechos cívicos. A saber; la denuncia por torturas o, subsidiariamente, contra la integridad moral de las denunciantes la justifican porque dicen que, con el objetivo de obtener información, Dani provocó sufrimientos físicos o mentales a las cinco mujeres. De los gozos físicos no dicen nada, así que no se sabe si compensan en el neto de la cuestión. La revelación de secretos es porque piensan que Dani obtuvo datos sobre la afiliación sindical, religión, sexualidad y creencias de las querellantes. Igual lo mismo también estuvo informado de sus gustos culinarios, pero tampoco de eso se quejan. En cuanto al delito de impedimento del ejercicio de derechos cívicos es porque dicen que Dani vulneró sus derechos de asociación y reunión, como si de una secta secreta o un clan se tratase.

Mención aparte merece la acusación por abusos sexuales. Dicen las afectadas que Dani mantuvo con todas ellas «relaciones sexoafectivas para obtener información y apuntalar así su identidad encubierta». Descartan completamente que exista ninguna posibilidad de que Dani se enamorase de ninguna de ellas, porque dan por seguro que el afecto era fingido. Y también ven completamente imposible que el interés de Dani fuera exclusivamente sexual, algo tan aparentemente normal en los ambientes libertarios de los colectivos sociales, sindicales y okupas en los que lo conocieron. Denuncian que hubo «violencia sexual» porque «no puede haber consentimiento si no es libre e informado» y aquí volvemos de nuevo a la clave de la cuestión: el «si hubiera sabido» de marras.

No se me ocurre cómo podrán demostrar ante el juez que, mientras hacía su trabajo, Dani no se enamoró de ninguna de ellas. Y hasta me cuesta imaginar qué es lo que piensan hacer para acreditar que ni siquiera sintiera una atracción sexual que justificara aquellos alivios fuera de su jornada laboral. Porque esa sería la única forma de acreditar que sus «relaciones sexoafectivas» fueron todas fingidas. Más bien parece que a Dani se lo rifaron entre ellas y que fueron las independentistas las que hicieron un uso indebido del agente, utilizando a un funcionario público para cubrir unas necesidades malamente cubiertas por el resto de sus camaradas del colectivo okupa, antifascista, anticapitalista e independentista, sí, pero inútiles para satisfacer necesidades sexoafectivas, a criterio de las denunciantes. Lo que deja acreditado que, como dice el BOE, por tener una actuación ejemplar y extraordinaria, destacando por su valor, capacidad o eficacia reiterada en el cumplimiento de importantes servicios, con prestigio de la Corporación, Dani se merece la Medalla de Oro al Mérito Policial. Y si no, que pongan su estatua en una rotonda de Barcelona. ¡Gracias, Dani!