Opinión

Marlaska fortifica Ferraz pero extiende alfombra roja para protestar contra Ayuso

Más que doble rasero, la utilización política que hace Fernando Grande-Marlaska de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad raya en lo temerario. El mismo ministro del Interior que lleva ordenando un férreo blindaje de la calle Ferraz para que los ciudadanos no puedan acercarse a la sede del Partido Socialista a protestar por la Ley de Amnistía que Sánchez ha regalado a los partidos separatistas a cambio de un puñado de votos no ha tenido ningún inconveniente en permitir que cientos de manifestantes se congreguen este lunes ante la sede del Gobierno de la Comunidad de Madrid de Isabel Díaz Ayuso.

Evidentemente, los ciudadanos tienen todo el derecho del mundo a manifestarse por los motivos que crean convenientes, mientras lo hagan de forma pacífica y dentro del amplio marco que marca la ley. Y, por supuesto, es responsabilidad del Ministerio del Interior y de la Delegación del Gobierno desarrollar los dispositivos de seguridad que cada expresión de la ciudadanía requiera según evalúen.

Lo que resulta difícil de justificar es por qué Marlaska permite que los manifestantes contra Ayuso y arengados por Más Madrid lleguen hasta el mismísimo Kilómetro Cero, ante la Real Casa de Correos, en su protesta contra la reforma de las leyes trans en la Comunidad de Madrid, mientras que los españoles se han encontrado con una calle Ferraz cerrada a cal y canto para que nadie pueda acercarse a la sede del PSOE.

Y la presencia de personajes violentos al final de alguna manifestación no sirve como excusa: no debemos olvidar que la Delegación del Gobierno ordenó a la Policía lanzar gas lacrimógeno contra los ciudadanos en la primera concentración cerca de Ferraz cuando aún no se había registrado ningún incidente y la protesta se realizaba de forma completamente pacífica.