Opinión

Iglesias y sus sucios sueños

Espoleado por la fuga de Puigdemont, el único que hoy alucina con dar otro golpe de Estado es Iglesias. El transmisor de rabia y el carroñero quieren reducir nuestro país a un cadáver ante la complacencia del cisne Sánchez, que no hace gesto para impedirlo. Esta alegoría sobre irracionales la firman zumbados: un separatista, un comunista con trenza y el actual okupa de la Moncloa. ¡Menudo trío! Tres farsantes sin una pizca de honor. Dependemos de tipos a los que el Rey, la nación, los muertos por el virus, los sanitarios, los autónomos, las fuerzas del orden, los agricultores, los pescadores, los estudiantes, la economía y el pueblo en general, les importan un carajo de la vela. Sólo quieren freírnos a impuestos para perpetuarse en el poder. Sólo buscan transformar España en una copia de la dictadura bolivariana, tan aterradora como ruinosa.

Proudhon, socialista y antimarxista, reveló en 1864 lo que podría ser el socialismo al estilo de Marx, hoy conocido por socialcomunismo. “Una democracia autoritaria con la apariencia de haberse fundado en la dictadura de las masas, pero en la que las masas no tendrían otro poder que el necesario, para confirmar su esclavitud, de acuerdo con los preceptos y principios del viejo absolutismo: indivisibilidad del poder público, centralización total, destrucción sistemática de todo pensamiento individual, corporativo o regional (por considerarlo subversivo) y policía inquisitorial (a granel)”. Así dio a entender el filósofo político galo, lo que nos sobrevendría en siglos posteriores, como este infecto, muy cruel XXI. Según su lúcida visión, el amoral mercader Sánchez y el peligroso filibustero Iglesias, aunque simulen aparearse para alcanzar el éxtasis, no valen para hacer un pan con unas hostias.

Los trileros se unen, a sabiendas de que socialismo y comunismo no pegan ni con araldit, para convertir España en una dictadura. Si a esto añadimos la predicción de Proudhon, “un Estado marxista fuerte siempre degenera en esclavitud”, ya saben perfectamente lo que se traen entre manos estos gachós. Pero el cisne, por bobo, no es el peor de ambos. Sánchez vive arropado por su egolatría, en su afán de seguir siendo el peor presidente de la historia. La mala de verdad es la hiena Iglesias y sus sucios sueños tendentes a joder a todo lo que huela a español. No en vano fue cierto cuanto le dijo, la brava Cayetana Álvarez de Toledo, acerca de sus pútridos orígenes. Poco le falta al ganso para que la fiera le destroce el penacho y lo saque a mordiscos del estanque. Su socio, más que un leal amigo, es un letal enemigo. O se deshace del depredador, o ciao, palacio.

Ni Marlaska, ayer un juez valiente y hoy un ministro cobarde, podrá salvar a la  hiena de la quema, si Sánchez por fin razona y decide expulsar, por el bien de todos, a Iglesias del Gobierno.