Opinión

Hoy votaremos por ti, Miguel Ángel Blanco

Cuando enfilemos el camino del colegio electoral debemos acordarnos, como primera providencia, de lo malaje que es un Pedro Sánchez que nos va a hacer votar a temperaturas que en la mayor parte de los municipios sobrepasarán los 30 grados y que en los más extremos se situarán en los 45. Dios quiera que nadie muera víctima de un golpe de calor mientras acude a ejercer sus derechos democráticos. Eso es un motivo no precisamente menor para largarlo con cajas destempladas de esa poltrona a la que nunca debió llegar porque ni había ganado las elecciones, Rajoy le sacó 52 escaños de ventaja, ni estaba preparado para tan alta magistratura. A la vista está.

No menos conveniente es resaltar que el origen de todo, la moción de censura de 2018, fue un escándalo, prevaricadora apostilla en la sentencia de Gürtel mediante. De aquellos polvos vienen estos lodos. A más a más, hay que enfatizar que esta figura parlamentaria, prima hermana del impeachment estadounidense, se creó básicamente para botar a presidentes que perdían la cordura, que dinamitaban la separación de poderes, que protagonizaban un autogolpe, que se negaban a someterse al imperio de la ley o que se aliaban con un enemigo extranjero. En resumidas cuentas, para apartar de un plumazo a premiers delincuentes, no para quitar de en medio a uno que ni era el autor intelectual de Gürtel ni tampoco el ejecutor.

Tampoco resulta ocioso efectuar una reflexión estratégica sobre lo que puede suponer que este pájaro de cuentas sea obsequiado con una prórroga de su alquiler en Moncloa por comunistas, etarras y golpistas catalanes. Sería el fin de España tal y como la conocemos. Esencialmente porque, acierten más las encuestas, acierten menos, sólo una cosa está meridianamente clara: Sánchez va a salir más débil de estas elecciones y consecuentemente su rol de encantado rehén de los enemigos de la democracia y el Estado de Derecho se disparará exponencialmente. Su repetición como presidente del Gobierno conllevará, sí o sí, referendo de independencia en Cataluña y País Vasco. Los llamarán consulta para que no nos asustemos tanto pero serán viles e ilegales plebiscitos independentistas. Consulta, por cierto, es semánticamente ir al médico. Lo demás, patochadas progres y baratero agit-prop. Ya se sabe: las guerras culturales se empiezan a ganar a través del lenguaje.

Acierten más las encuestas, acierten menos, sólo una cosa está clara: Sánchez va a salir más débil de estas elecciones

Por no hablar de otro hecho que los españoles, y muy especialmente las mujeres, jamás le perdonaremos: la rebaja de penas o la puesta en libertad de 1.200 violadores, abusadores y pederastas. Y los que vendrán. Un acto de vileza de marca mayor que en un país normal desencadenaría el automático enjuiciamiento del presidente del Gobierno y de la autora de tamaña fechoría, la ministra de Igualdad, más bien de la igualdad de los violadores con los delincuentes comunes. O ni eso porque la chusma podemita trata peor a un robagallinas que a un depredador sexual que ha devastado física y psicológicamente a una mujer o a ese pedófilo que ha triturado para siempre la psique de un niño o de una muchacha.

Pero hay un acto de justicia superior: castigarle por ese pecado original que es su pacto con una Esquerra que había perpetrado un golpe de Estado tan sólo ocho meses antes de la moción de censura y con una Bildu cuyo nivel moral se encuentra a la altura del mismísimo diablo. Lo de Podemos es igualmente aberrante en términos éticos pero, desde luego, se sitúa un puntito por debajo en perversidad teniendo en cuenta que no subvirtieron por la fuerza el orden constitucional ni han asesinado a nadie. Que sepamos. Lo cual tampoco nos debe conducir a olvidar que son fieles entusiastas de los unos y de los otros. Mal siempre llama a mal. La derogación del delito de sedición o, lo que es lo mismo, la legalización de los golpes de Estado, la rebaja ad infinitum del de malversación y los indultos a los tejeritos catalanes son otros tres motivos capitales para ir con la papeleta entre los dientes al colegio electoral, como si no hubiera un mañana, que no lo habrá o será mucho peor si damos el nihil obstat a la segunda parte de este thriller titulado Pedro Sánchez.

La chusma podemita trata peor a un robagallinas que a un depredador sexual que ha devastado a una mujer

Esquerra es Guatemala pero Bildu, Guatepeor, mejor dicho, Guatemuchopeor. Ya no cuela esa manida trola nivel dios de las cacatúas mediáticas progres de que Bildu no es ETA. Que es ETA lo ratifica el hecho de que su número 1, Arnaldo Otegi, lo fue previamente de la banda terrorista. No lo afirmo yo, que también, lo sentenciaron tanto la Audiencia Nacional como el Tribunal Supremo. Que es ETA lo requeterratifica que el segundo de a bordo, el malnacido de David Pla, líder de Sortu, los camisas pardas de Bildu, ostentaba el cargo de führer máximo de los pistoleros cuando aún asesinaban. Y que es ETA lo archirrequeterratifica otro dato no precisamente menor y calentito temporalmente hablando: los 44 terroristas, siete de ellos asesinos convictos, que engrosaron sus listas en las municipales.

Por tanto, hacernos creer que Bildu no es ETA es tratarnos como vulgares gilipollas, como niños de teta o como tontos del coño, que diría una folclórica. No vamos a consentírselo. Y no precisamente por suspicacia sino porque es un pedazo de bulo y porque no estamos dispuestos a banalizar y normalizar por la puerta de atrás a unos nazis que asesinaron a 856 compatriotas, hirieron, mutilaron o abrasaron a miles, secuestraron a decenas, extorsionaron a decenas de miles y forzaron el exilio de 250.000 vascos y navarros que ante la disyuntiva de vivir en su tierra o salvar su vida optaron por la segunda opción. Como es natural por otra parte. Lo cual llevó a alterar el statu quo político para muchas generaciones y a que, consecuentemente, el constitucionalismo cuente con entre cero y ninguna opción de ganar unos comicios en territorios comanches como Vizcaya o Guipúzcoa.

Hacernos creer que Bildu no es ETA es tratarnos como vulgares gilipollas, como niños de teta o como tontos del coño

Lo que ha hecho Pedro Sánchez pactando compulsivamente con Bildu y, por ende, con ETA, dando el pésame a esta gentuza tras el suicidio de un terrorista en prisión, acercando a los más sanguinarios pistoleros a cárceles del País Vasco o acelerando las excarcelaciones es un acto de lesa traición. Y entre tanta infamia hay que resaltar esa infamia inigualable que es el traslado a tiro de piedra de casita de Javier García Gaztelu, alias Txapote, el hijo de perra que asesinó cañón tocante a Miguel Ángel Blanco tras haberlo tenido secuestrado 48 horas que se nos hicieron eternas a todos los españoles de bien. Un concejal del PP que llegó al Anatómico Forense de Polloe con el rostro desfigurado no sólo por los dos balazos que le metió el votante de Sánchez sino por las incesantes lágrimas que habían inundado de enormes llagas su rostro en aquellas dos jornadas de calvario. Cuarenta y ocho horas en las que tuvo la plena convicción de que lo iban a matar porque como buen militante del PP que era no se le escapaba que el Gobierno no podía satisfacer el chantaje planteado por ETA: poner en libertad a todos sus presos.

Pues eso, querido Miguel Ángel, que no hay derecho. Y como no hay derecho a lo que estamos viendo y padeciendo, hoy vamos a ir a las urnas a vengarnos democráticamente del verdugo de tu memoria. De tu memoria y de la de los otros 855 españoles a los que estos criminales segaron la vida por el simple hecho de ser demócratas, gente decente, personas de bien, ciudadanos respetables y respetuosos. Nos vengaremos del sujeto que, como subrayó acertadamente por una vez y sin que sirva de precedente Pablo Iglesias, coló a Bildu “en el Gobierno del Estado”. Que si te lo llegan a contar a ti hace 27 años, cuando aún no te habían disparado vilmente, pensarías que se trataba de un acto de demencia sobrevenida de tu interlocutor. Lo mismo hubiera concluido yo si me topo con alguien hace siquiera seis y me viene con idéntica cantinela.

Miguel Ángel, hoy vamos a ir a las urnas a vengarnos democráticamente del verdugo de tu memoria

Haremos justicia también, admiradísimo Miguel Ángel, con el amoral que aquel 31 de mayo de 2018 de la moción de censura dio las gracias a Marian Beitialarrangoitia, a la sazón portavoz de Bildu en la Cámara Baja, por permitir con su asquerosa abstención su investidura como presidente del Gobierno. Por cierto: esta colega de Sánchez pidió “un aplauso” en un mitin batasuno para los autores de la voladura de la T4 de Barajas que se cobró dos vidas. Mandaremos al carajo al indeseable que gobierna mi tierra, Navarra, mano a mano con tus asesinos y por Chivite interpuesta. Jubilaremos anticipadamente al individuo que ha permitido por omisión los malditos ongi etorris que en cualquier democracia de calidad estarían perseguidísimos policial y penalmente. Entre otros, los de varios de los chivatos que propiciaron tu final. Y meteremos la papeleta en la urna para decir “agur” al indigno sujeto que tiene de socios a quienes, no contentos con eliminarte de la faz de la tierra, profanaron tu tumba reiteradamente hasta que tu familia se dio por vencida y te trasladó a Galicia.

Votaremos también contra los batasunos que brindaban con champán cuando te arrancaron de cuajo la vida y ahora van de tikitaka con ese Partido Socialista de Euskadi que constituye una maléfica versión de aquél que provocaba admiración moral en tiempos de Nicolás Redondo, padre e hijo, de la okamiga Rosa Díez, del decente José Luis Corcuera, del entrañable y recordado Enrique Múgica, de su hermano Fernando, víctima también del votante de Sánchez, de tu valiente vecino Carlos Totorika y, viajando un poco más en el tiempo, del ejemplar Ramón Rubial.

Votaremos también contra los batasunos que brindaban con champán cuando te arrancaron de cuajo la vida

Hoy, a eso de las diez de la noche, si hemos logrado el higiénico objetivo de apartar de la mesa de la democracia esta manzana podrida, miraremos al cielo, haremos un guiño y exclamaremos: “Va por ti, Miguel Ángel”. Por ti y por los otros 855 demócratas que disteis vuestra vida por defender la libertad de los otros 46 millones de españoles. Porque nunca tantos debimos tanto a tan pocos y porque manchar vuestro recuerdo no puede, ni debe, salir gratis.