Opinión

La gran manipulación del VAR

En la primera temporada del VAR, en un derbi Real Madrid-Atlético, al Atlético le anularon un gol de Griezmann. Vistas las repeticiones era imposible apreciar nada punible hasta que, en otra toma, se vio que seis o siete jugadas antes del pase final al francés había habido una falta de Saúl en el centro del campo que no se pitó. Ahí se agarró el VAR para pedirle al árbitro que no concediera el gol.

No hay ni un solo gol que no sea anulable. Todo depende de cuánto queramos tirar para atrás el monitor porque seguro que encontraremos o una falta no pitada o un saque de banda equivocado. De hecho, en la jugada de ayer de Amath si nos vamos un poquito más atrás veremos que hay una falta previa del propio Elustondo sobre el ghanés en medio campo.

Hemos entrado en un punto en el que la actuación arbitral es más importante en cualquier partido que lo que sucede en el terreno de juego. Te cambian resultados a su antojo dependiendo de quién esté en la sala VOR. Lo dijo muy bien ayer Javier Aguirre en la sala de prensa del Reale Arena: «estoy a favor del VAR, pero quisiera saber quién manda, si el árbitro del campo o el que está viendo el partido en el monitor porque yo me he encontrado de todo. El de hoy nos dio gol hasta cinco veces, pero tanto insistió e insistió el del VAR que al final acabó yendo a revisar la jugada».

Esa es otra. El dato que se dio ayer en Movistar es definitivo: 44 veces ha llamado el VAR al árbitro y 44 veces le ha hecho caso. El corporativismo arbitral es absoluto y quienes lo sufren son los clubes. Basta con elegir al azar cualquier foro de Primera División, del equipo que sea. Todos se quejan de los árbitros. Incluso Real Madrid y Barcelona, que ya es el colmo.

La situación es surrealista. Un árbitro de Primera División cobra un salario base de 12.500 euros al mes….sin pitar un solo partido. Ese dinero ya lo tiene garantizado. A partir de ahí, a sumar: por cada encuentro que dirige se lleva 4.500 euros más, y si le toca estar en la sala VOR se lleva 2.000 por partido. En condiciones normales un árbitro ingresa cada mes por todos los conceptos 25.000 euros. 25.000 euros en los que, por supuesto, no entran los arbitrajes europeos, que van aparte (cada partido de Champions, 7.000 euros).

Vamos con más prebendas. Por supuesto todos los gastos están pagados. Viajes en business, hoteles de cuatro estrellas, desplazamientos terrestres, comidas, cenas y desayunos. Todo corre a cuenta del Comité Nacional de Árbitros pero ese dinero sale de los clubes o, más en concreto, de los derechos de TV. Todo eso, sin que tengan la menor obligación de ser profesionales. Pueden trabajar en lo que quieran, como cualquier hijo de vecino.

Pese a todos estos alicientes económicos, el nivel del arbitraje es cada día peor. La barbaridad que le hicieron ayer al Mallorca fue la misma que sufrió el Atlético en San Mamés el sábado, cuando se le anuló un gol a Morata por circunstancias similares. Pero no es que haya predisposición contra Mallorca, Atlético o quien sea. Es simplemente que son muy malos y que los árbitros de la sala VOR quieren acaparar protagonismo buscando cualquier cosa que les permita cambiar una jugada. Anulan goles legales, conceden penaltis de risa y obvian otros que son de libro. Es una verdadera mafia.