Opinión

El faroleo de Nadia Calviño

El futuro de Nadia Calviño para presidir el Eurogrupo se decidió más bien este viernes, que en la fecha oficial prevista el 9 de julio. La razón hay que buscarla en Irlanda donde se encuentra su principal rival, el ministro de Finanzas, Paschal Donohoe. Hasta este viernes, Donohoe no las tenía todas consigo por una cuestión simple de política interna. Hace dos semanas, su partido, el Fine Gael, llegó a un acuerdo con el Fianna Fáil y el Partido Verde para formar un gobierno de coalición que tenía que ser ratificado por las bases de cada uno de los partidos. Ahora que se ha confirmado la coalición y que este sábado habrá “taoiseach” (primer ministro irlandés), Paschal Donohoe, seguirá al frente de la gestión política de las Finanzas del país y contará seguramente a su favor con el respaldo mayoritario de los gobiernos del continente pertenecientes a su misma familia política, el Partido Popular Europeo.

Para ser elegido presidente del Eurogrupo se necesita mayoría simple, de tal forma que si hay dos candidatos, con 10 votos de los ministros de Economía allí sentados, un candidato se asegura la victoria. Ahora mismo, Nadia Calviño cuenta realmente con 6 apoyos (Bélgica, Alemania, Italia, Malta, Portugal y la propia España). Si bien Francia no se ha pronunciado todavía, lo más lógico es que apoyará al candidato luxemburgués, Pierre Gramegna, por pertenencia a la misma familia política de los liberales y quien ya intentó sin éxito hace dos años disputar la carrera por la presidencia del Eurogrupo al actual presidente saliente, el portugués Mario Centeno. No tendría mucho sentido que después de su experiencia anterior ahora esté dispuesto a renunciar a la primera de cambio. Y es aquí donde los dos principales adversarios juegan con ventaja frente a Nadia Calviño.

Por un lado, Calviño no tiene a su favor el hecho de que España sea el principal receptor de la ayuda europea por la crisis del coronavirus. También tiene en su contra a una decena de países, Chipre, Estonia, Finlandia, Grecia, Irlanda, Letonia, Lituania, Eslovaquia, Eslovenia y Austria que están con el candidato irlandés. Por su parte, el candidato luxemburgués es el que posee menos opciones de entrada, pues además de Francia, Holanda y su propio país no cuenta con más apoyos. No obstante, dichos tres apoyos podrían tener gran valor para inclinar la balanza más hacia un lado que a otro en el caso de que Gramegna se retirase y Francia pasara a apoyar a Calviño, cosa que Holanda seguramente no haría al ser uno de los gobiernos más críticos con la política económica española.

Por otro lado, el Partido Popular Europeo tampoco va a perder la oportunidad de arrebatar la presidencia a los socialistas de un aparato que no controla desde hace siete años y que podría compensar la pérdida de poder del pasado año dado que ahora sólo manejan la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y nada más, mientras que hasta no hace mucho llegó a tener la vara de mando en el Consejo Europeo.

El jueves cuando la candidatura de Calviño fue anunciada la maquinaria propagandística de Sánchez se puso a rodar para extender el rumor de que su ministra era la favorita en las encuestas que se hacen en Bruselas. Nada más lejos de la realidad. Realmente el gran interesado de que salga elegida es Pedro Sánchez por la misma razón que Alexis Tsipras hubiera deseado haber investido a Yanis Varoufakis en la presidencia del organismo y tratar de amortiguar el rescate padecido. No es lo mismo un rescate donde sabes que vas a contar con un salvavidas que otro donde ni siquiera sabes si va a haber salvavidas. En esa tesitura está Sánchez.