Opinión

Para «fallo grave de seguridad», el tuyo, Pedro Sánchez

En una demostración superlativa de indignidad política, Pedro Sánchez ha entregado al separatismo la cabeza de la directora del CNI, Paz Esteban, con el argumento de que hubo un «fallo grave de seguridad» de las comunicaciones del Gobierno. Lo hubo, es cierto, pero hacer recaer la responsabilidad sobre el Centro Nacional de Inteligencia para volver a ganarse el favor de los golpistas es, sencillamente, indecente. Quien falló de forma estrepitosa fue La Moncloa, porque el CNI advirtió  del riesgo de que el dispositivo del jefe del Ejecutivo fuera espiado.

Vamos a ver: si en mayo de 2021 Sánchez fue espiado con Pegasus, pese a ser avisado por los servicios secretos, ¿por qué no se adoptaron las más elementales medidas de control, más aún cuando hasta el Departamento de Seguridad Nacional de presidencia del Gobierno le alertó en cinco ocasiones del riesgo? Este organismo asesora directamente al presidente del Gobierno. Pues bien, entre el 21 y el 29 de julio de 2021, el DSN dejó sobre la mesa de Sánchez hasta cinco informes en los que se ponía de relevancia que otros gobiernos aliados, como el francés, estaban siendo espiados. O sea, le advirtió el CNI, le advirtió el Departamento de Seguridad Nacional y, ahora, Sánchez se lleva por delante la figura de una funcionaria ejemplar como Paz Esteban con la excusa de un «fallo de seguridad».

Y decimos excusa porque la realidad, aunque Sánchez se resista a admitirla, es que la defenestración de la directora del CNI no fue por el espionaje del que fue objeto el presidente, sino porque los separatistas catalanes exigieron la cabeza de la ministra de Defensa, Margarita Robles, por el caso del  control, con autorización judicial, de los móviles de distintos elementos del  independentismo, algo lógico y natural teniendo en cuenta que su plan era subvertir el orden constitucional. Y como Sánchez no podía ofrecerles la cabeza de Robles, buscaron un chivo expiatorio en la figura de Paz Esteban. Esta es la única verdad y lo de Sánchez, un océano de mentiras y un torrente de ignominia.